lunes, 26 de enero de 2009

Camino de una revolución matutina

¡Buenos días!

No sé yo si estos matutinos andan en este proceso de cambio, aunque a lo mejor es una mutación imperceptible a lo largo del infinito tiempo, pero desde luego parece que últimamente a pesar de nimios cambios de un día para otro, en lo esencial estos matutinos parecen inmutables en su estructura ... cosas de la rutina. Sin embargo, en sus orígenes, allá por 1999 no eran más que unas pocas líneas de lo que ahora es esta primera parte, con lo que no había crítica cinéfila ni sección de sabiduría ajena, que fueron incorporándose poco a poco, como los ingredientes de una buena salsa mayonesa. Así que, si miramos con perspectiva, sí que se nos han revolucionado, muy lentamente, eso sí, estos matutinos a lo largo del tiempo. Por lo demás, mi idilio con ellos se mantiene cada día en inmutable cambio perpetuo ... todo un contrasentido que no lo es en realidad. El clima sigue en su continua revolución, y hoy toca día nuboso, con alguna leve nevada que otra, viento desapacible del noroeste, y temperaturas que apenas superan los 0ºC (este mediodía 2ºC).

Este fin de semana estuve viendo en el cine "Revolutionary road", de Sam Mendes, con Leonardo di Caprio y Kate Winslet, y basada en una novela homónima de Richard Yates. Es el cuarto film de este director tras "American beauty" (1999), "Camino a la perdición" ("Road to Perdition", 2002), y "Jarhead" (2005). Todas muy buenas al menos, pero la segunda además espléndida y la primera magistral. La estrenada hace pocos días, también espléndida. Drama que nos retrata a una pareja, con esperanzas de una vida mejor, más bohemia, que se traslada a una nueva casa en un convencional barrio residencial gringo de los años 50. A pesar de las apariencias de vida maravillosa, envidia de sus convecinos, con el paso del tiempo se van dando cuenta de que la rutina les está haciendo infelices y mediocres (él trabaja en un anodino trabajo que detesta y ella se hace ama de casa), con lo que planean un cambio de vida radical, un sueño de difícil realización, casi una locura: trasladarse a Paris y volver a empezar desde cero a pesar de los dos hijos pequeños. Todos, salvo el hijo loco de unos vecinos, de razonamientos tremendamente certeros y realistas, les tachan de ilusos (mientras se mueren de envidia). Pero el miedo al cambio y el peso del entorno genera una tormenta conyugal de inesperadas consecuencias.

Retrato, pues, de un matrimonio en agónico declive a causa de la corrosiva rutina, declive que continúa a pesar del intento de giro radical (revolucionario) pues genera hondas discrepancias que les abocan al desastre por insatisfaciones y consiguientes resentimientos. Un drama amargo y desesperanzado que nos zarandea emocionalmente, también a los personajes principales, de un lado al otro, del amor al odio, de las ilusiones al hastío y viceversa. En cierto modo se parece a "American beauty", que también criticaba demoledoramente, con mucho sarcasmo y mala leche, el conformismo y consumismo de la familia media americana (y occidental por extensión), así como su irremediable declive. Momentos magistrales, como el final del anciano bajando el volumen del sonotone o la conversación trivial y hogareña sobre huevos revueltos, todo un remanso de fingida paz tras la recientísima última bronca, y en el que ella ya había tomado su determinada decisión.

Pues como ayuda en nuestro camino de perpetuas (y a veces inapreciables) transformaciones vitales, nada como un poquito de sabiduría ajena para ilustrarnos e iluminarnos durante el trayecto:

- "El matrimonio debe combatir sin tregua un monstruo que todo lo devora: la costumbre". (Honoré de Balzac).

- "Loco es el hombre que ha perdido todo menos la razón". (Chesterton).

- "No hay loco de quien algo no pueda aprender el cuerdo". (Pedro Calderón de la Barca).

- "El retirarse no es huir ni el esperar es cordura si el peligro sobrepuja a la esperanza". (Miguel de Cervantes).

- "La vida conyugal es una barca que lleva dos personas en medio de un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hundirá". (León Tolstoi).

Besos y abrazos,

Don.
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