lunes, 7 de febrero de 2022

Conduzco mis matutinos

¡Buenos días!

No permito que nadie más lo haga, pero ellos insisten en conducirse por sí mismos, incluso llevándome de acá para allá de cuando en cuando en cuanto me descuido, y me dejo hacer, que me guían y manejan con suavidad, sin brusquedades, hasta que me apeo tras los besos y abrazos. Pues por lo que respecta al invierno, que estamos en él según calendario, este se conduce fuera de ruta, por otros derroteros distintos a los esperados, con estos días casi que primaverales, muy soleados, de madrugadas ya lejos de la helada (4ºC hoy) y con máxima prevista por los madriles de 17ºC.

Este fin de semana estuve en el cine viendo "Drive my car" ("Doraibu mai kâ", 2021), de Ryûsuke Hamaguchi, basado en un relato corto homónimo de Haruki Murakami, y con Hidetoshi Nishijima, Tôko Miura, Reika Kirishima, Masaki Okada, Sonia Yuan, y Satoko Abe. Es la segunda película que veo de este director japonés, tras la que vi hace pocos meses, deliciosa, "La ruleta de la fortuna y la fantasía" ("Guzen to sozo", 2021).

Un afamado actor y director de teatro está felizmente casado con una guionista de series de televisión. Se quieren. Un día él la descubre por casualidad haciendo el amor con otro hombre, pero no le dice nada a ella, quien pocos meses después fallece tras sufrir un ictus. Dos años después es invitado a un festival de teatro en Hiroshima, donde montará una adaptación de "Tío Vania" de Antón Chéjov con actores de diversas nacionalidades, declamando cada uno en su lengua materna, y le asignan como chófer a una joven muy reservada. Durante los trayectos del hotel al teatro para los ensayos, y vuelta, él va repasando la obra ante el silencio de la conductora, pero poco a poco sus conversaciones irán a más, abriendo ambos sus corazones y enfrentándose a su doloroso pasado.

Buena película (nota: 6), que no me condujo hacia los altares cinéfilos que yo esperaba dadas las críticas recibidas y la excelentísima anterior película que vi de su director, ambas hechas con los mismos mimbres, pero esta no me acabó de funcionar del todo, y eso que el cineasta la manejó con la misma suavidad y dulzura que su precedente... Sin embargo disfruté de algunos excelsos momentos, intimistas, de su ritmo pausado y sutileza, de su elegancia, con los que mantuvo mi atención sin desfallecer a pesar de su desmedido metraje y conatos de vanidad, y no solo por la ósmosis de situaciones entre "Tío Vania", obra que vi en el teatro hace 20 años, y la película (para mi gusto, sobredosis de escenas de ensayos de la obra de Chéjov). Nos habla de duelos, de dificultades de comunicación (no necesariamente por usar distintos lenguajes) que nos abocan a la soledad, de la culpa (de la que asumimos intrínsecamente), y de perdonarse a uno mismo. También de como el arte puede llegar ser terapéutico y curar nuestras heridas del alma.

Pues paramos motores, que hemos llegado al destino por hoy, y os dejo con estas citas de sabiduría ajena, rematando con el principio del alegato final de "Tío Vania", dicho por su sobrina, no sin antes recordaros que volveré a recogeros una mañana de estas, así que ya me veréis llegar al volante del siguiente matutino:

 - "Espero que vivas una vida de la que estés orgulloso. Si descubres que no es así, espero que tengas la fuerza para empezar de nuevo".  (Francis Scott Fitzgerald).

 - "Como un día bien empleado procura un dulce sueño, así una vida bien utilizada conduce a una dulce muerte".  (Leonardo da Vinci).

 - "¡Qué se le va a hacer!... ¡Hay que vivir!... ¡Viviremos, tío Vania!... ¡Pasaremos por una hilera de largos, largos días... de largos anocheceres... soportando pacientemente las pruebas que el destino nos envíe!... ¡Trabajaremos para los demás, lo mismo ahora que en la vejez, sin saber de descanso!... ¡Cuando llegue nuestra hora, moriremos sumisos, y allí, al otro lado de la tumba, diremos que hemos sufrido, que hemos llorado, que hemos padecido amargura!... ¡Dios se apiadará de nosotros, y entonces, tío... querido tío... conoceremos una vida maravillosa... clara... fina!... ¡La alegría vendrá a nosotros y, con una sonrisa, volviendo con emoción la vista a nuestras desdichas presentes... descansaremos! [...]".  (Antón Chéjov).

Besos y abrazos,

Don.

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