En
estos días de pesado verano que aplatana hasta la saciedad añoro frescas brisas
que me hagan volar etéreamente allende plomizos soles y turbias calimas
caniculares de máximas térmicas queriendo acariciar la cuarentena que por aquí
nos abruman. Así que por un rato me recojo en estos matutinos, que me miman
como la mejor madre, esperando que escampe... vana ilusión, que la rutina
veraniega no ceja en su empeño de sofocarnos sin descanso, día y noche.
Ayer
por la tarde estuve en el cine viendo "Tully", de
Jason Reitman, con guion de Diablo Cody, y con Charlize Theron y Mackenzie
Davis. Es el séptimo largo de este director, de quien había visto todos sus
anteriores salvo el quinto, todos espléndidos y muy recomendables cuando menos:
"Hombres, mujeres y niños" ("Men, women &
children", 2014), "Young adult" (2011), "Up in the air" (2009), "Juno" (2007), y "Gracias por fumar" ("Thank you for smoking",
2005); y la que no vi, "Una vida en tres días" ("Labor
day", 2013). Además es el tercer largo en que colaboran director y
guionista tras "Juno" y "Young adult".
Una
mujer casada, recién entrada en la cuarentena, sobrevive a su día a día como
trabajadora y sufrida madre de dos niños de ocho y cinco años, y otro,
inesperado, que está a punto de nacer, mientras hace malabares para llegar a
fin de mes. El marido, con sus continuos viajes laborales tampoco ayuda
demasiado. Cuando nace el bebé, su adinerado hermano le ofrece como regalo una
niñera nocturna que durante unos meses la alivie de las noches de insomnio por
el recién nacido llorón y así mejor poder atender sus rutinas familiares,
domésticas y laborales a lo largo del día siguiente. Ella, orgullosa, se niega
al principio, pues le parece una pijada, pero no puede con todo y agobiada y
abatida por el cansancio a causa de tanta responsabilidad maternal, que la
lleva hasta el mismo desquiciamiento, tras unos días decide aceptar el regalo.
Se presenta Tully, una entusiasta y maravillosa joven, casi un hada madrina que
le facilita todo, que le hace la vida mucho mejor, no solo por la descarga de
tareas noctámbulas, sino por la complicidad que mantienen, y con quien entabla
una muy especial relación.
Una
muy buena película (nota: 7) esta, podría decirse que, melodramedia de humor
inteligente, muy apegada a la verdadera realidad de ser padres, sin almíbares
de por medio. Por eso de los sinsabores de la maternidad, en cierto modo me
recordó a la estupenda "Un feliz acontecimiento" ("Un hereux
événement", 2011) de Rémi Bezançon.
A
través de la historia de esta muy sufrida madre, en plena crisis existencial
por su reciente, tardía e inesperada maternidad, se reflexiona con sutileza y
muy poca complacencia sobre eso tan mitificado de ser madre en estos tiempos
modernos de madres trabajadoras, aburridas, estresadas y con sentimientos de
culpa por no llegar a lo que se espera de ellas, y ellas de sí mismas, así como
sobre leves crisis matrimoniales provocadas por la desidia, sobre la depresión
posparto y sobre la añoranza de una lozana juventud perdida que ya no volverá
jamás. Una sutil mirada, con su toque de humorosa causticidad, sobre lo
sacrificado de sacar una familia adelante, neuras y rutinario día a día
incluidos.
Ahora
en la sección de sabiduría ajena, que esperemos que sea la madre de mejor
sobrellevar nuestra cotidiana existencia, no voy a poner cita alguna, tan
cansado que estoy por sacar adelante este dificultoso matutino que tanta guerra
me dio, así que os remito a las que puse en su día en el matutino de "Un feliz acontecimiento", que podrían valer
perfectamente para el de hoy.
Besos
y abrazos,
Don.
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