lunes, 16 de febrero de 2015

Asombrado por los radiantes matutinos

¡Buenos días!

Ni asomo de grisura en esta deliciosa mañana de suave invierno, soleada y agradable, con alguna nube no demasiado sucia que nada ensombrece, y que ni de lejos amenaza con lluvia, ni con promesas de lubricidad a raudales. Aun así me asombro de la ebullición hormonal que ya empieza a hacer hervir nuestra sangre, y a hacer brotar algún que otro grano facial, como anticipo de una sensual y libidinosa primavera cada vez más cercana, que ya se barrunta.

Este fin de semana estuve en el cine viendo "Cincuenta sombras de Grey" ("Fifty shades of Grey"), de Sam Taylor-Johnson, basado en el afamadísimo best-seller homónimo de E. L. James, y con Dakota Johnson y Jamie Dornan. Es el segundo largo de esta directora, tras "Nowhere boy" (2009).

Una joven estudiante universitaria de literatura en su último año tiene que entrevistar a un joven multimillonario (el tal Grey) en lugar de su amiga enferma. Durante el encuentro queda embelesada ante su arrobador atractivo. Mutua atracción, así que tras la entrevista él la busca e inician una apasionada relación quedando ella, absolutamente inocente e inexperta en cuestiones sexuales, bastante sorprendida con los particulares deseos eróticos de él, de oscuro y tortuoso pasado, y que le propone una relación no amorosa, sólo sexual, debiendo antes firmar ambos un contrato, ella de sumisión y él de dominancia.

Una película (nota: 4) de la que esperaba que fuera un absoluto truño dadas las pésimas críticas de la novela (primera de la trilogía) en la que está basada, y que no he leído, trilogía que, dado el seguro éxito de público, habrá también en cine. Sin embargo, a pesar de lo planito, blandito y simplón de la historia narrada, con bastantes irritantes momentos que me chirriaron por entre mis entendederas, gracias al buen empaque del continente (fotografía y música), al cuidadoso empaquetado en celofán, como de anuncio navideño de perfumes (lo que no es ni bueno ni malo para mí), y a algunos momentos sueltos durante el metraje (algún diálogo incluido) me fue relativamente agradable de ver, soportable, pues no me sentí un sumiso masoquista ante la nada sádica historia que se nos cuenta.

Aunque tuvo momentos que me parecieron de un machismo insultante (y eso que está la novela escrita y la película dirigida por sendas mujeres), sin embargo me gustó mucho eso que destila del respeto a unas reglas de convivencia, sea sexual o más en general, previamente acordadas y mutuamente aceptadas por las partes contratantes (no sé si de la primera o segunda parte, esas marxistas de los hermanos Marx). Además me pareció un híbrido, no sé si legal o bastardo, entre "Pretty woman" (1990) de Garry Marshall y "Nueve semanas y media" ("Nine 1/2 weeks", 1986) de Adrian Lyne, con alguna cláusula adicional de "Crepúsculo" ("Twilight", 2008) de Catherine Hardwicke. También puede verse como un cuento rosa de hadas con una cenicienta pelín libidinosa y con un príncipe nada azul, más bien grisáceo.

Ahora algo de sabiduría ajena que seguro nos da pautas para mejor poder negociar nuestras reglas de convivencia:

 - "No negociemos con miedo, pero tampoco tengamos miedo a negociar".  (John F. Kennedy).

 - "La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión".  (Emilia Pardo Bazán).

 - "La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano".  (Voltaire).

 - "Nunca hay que dejarse dominar, incluso cuando crees que el otro sabe lo que más te conviene".  (Paul Auster).

 - "El que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso".  (Lao-Tsé).

Besos y abrazos,

Don.
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