¡Buenos días!
Bueno, alguna habrá, dejo ya
de engañarme y de mentiros, me sincero con vosotros, porque no sé si os habréis
dado cuenta de que aunque edito matutino en esta tormentosa y fresca mañana de
primavera (máxima prevista para hoy de 16ºC), haciéndoos creer que estoy en una
ajetreada mañana laboral más, no es así, que podría estar arando cual San
Isidro por los prados a la vera del Manzanares, pero en realidad estuve
remoloneando entre las sábanas, más de la cuenta, que hoy es la fiesta patronal
de "los madriles" y me estoy labrando un relajante día de fiesta.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo una película documental que desde ya os recomiendo
encarecidamente que vayáis a ver, pues me fascinó, divirtió, entretuvo
sobremanera y sorprendió. Se trató de "El impostor"
("The imposter"), de Bart Layton, y con Adam O'Brian. Parece que os
estoy engañando al deciros que es un documental y haciendo referencia al actor
principal, pero sí, es documental, aunque en su mayor parte está dramatizado
con actores, pues es un docudrama, aunque también contiene imágenes de archivo
y algunas entrevistas a los personajes del caso real.
En 1994 un niño texano de 13
años desaparece. Tras más de tres años sin noticias sobre él la familia es
informada de que ha aparecido en España, diciendo que ha sobrevivido a un
secuestro, torturas y vejaciones varias. La familia está tan ilusionada que le
acepta sin más a pesar de las evidentes dudas: ¿Cómo puede ser posible que un
niño rubio de ojos azules tenga ahora la piel, el pelo y los ojos de tono
moreno, y parezca tener bastante más de 16 o 17 años; por qué ha cambiado su acento
y su personalidad es tan radicalmente distinta; por qué la familia no ve tan
evidentes diferencias; quién es este advenedizo joven; qué fue realmente del
niño desaparecido?
Este apasionante thriller
documental sobre un joven francés que se hace pasar por el hijo desaparecido de
una familia norteamericana, que lo acepta, ¿a ciegas? o ¿a sabiendas?, me
pareció más que sobresaliente, al nivel de otro portentoso documental que vi
hace pocas semanas, "Searching for Sugar Man", de Malik Bendjelloul;
y además ambas comparten productor.
Os recomiendo ambos muy
encarecidamente, el visto ayer, básicamente, porque nos muestra palpablemente
algunos aspectos del alma humana, enfrentándonos a nosotros mismos. Una
historia real que va mucho más allá de cualquier ficción que pudiéramos
imaginar, sobre una mentira, que otros podrían tal vez haber usado para tapar
otra más gorda; pero además de sobre las mentiras va también, por encima de
todo, sobre el engañarse a uno mismo, pues creemos lo que queremos y
necesitamos creer, nos creamos nuestras verdades (la verdad es siempre
subjetiva), por inverosímiles que pudieran parecer (incluso creer en que las
ranas tienen pelo), porque nos sirve para algo, para tranquilizar nuestras
conciencias y hacernos sentir mejor, siendo extremadamente difícil apearnos de
ellas (por absurdas que sean), y de ahí la pervivencia de las religiones, sean
divinas o mundanas (por ejemplo, nos creemos lo que sale por la tele, porque
sí, o porque nos lo cuentan).
Ahora, para tratar de
minimizar las mentiras que nos puedan colar o de no autoengañarnos, os enfrento
a algo de sabiduría ajena:
- "Cuando se dice la verdad y la verdad
es inverosímil, hay que dar mil explicaciones. En cambio, una mentira, si la
creen, no hay que explicarla, y si no la creen, no van a ser tan imprudentes
que te exijan explicaciones".
(Jacinto Benavente).
- "No hay nada tan increíble que la
oratoria no pueda volverlo aceptable".
(Cicerón).
- "Un hombre está dispuesto a creer
aquello que le gustaría que fuera cierto".
(Sir Francis Bacon).
Besos y abrazos,
Don.
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