jueves, 1 de noviembre de 2012

Apego a las enseñanzas matutinas

¡Buenos días!

Ya sabéis de mis profundas querencias matutinas, ¡qué os voy a contar ya a estas alturas!, y de todo lo que aprendo en este mundo matutino, aprendizaje que les devuelvo desinteresadamente y con creces. Por lo demás, el otoño cada vez se inclina más hacia la explosión colorista que le caracteriza, enseñándonos que la más exquisita belleza se encuentra hasta en el abatimiento del fragoroso verdor, que siempre volverá a retoñar, en un ciclo continuo. Esta mañana estamos de vaivén típico otoñal, con lloviznas mañaneras, nubes, sol y aire fresco que ventila lo que sea menester.

Ayer por la tarde estuve viendo una película de diez (sobre diez), un portentoso film que os recomiendo, desde ya, muy, pero que muy encarecidamente. Se trató de "El profesor" ("Detachment"), de Tony Kaye, y con Adrien Brody. Es el primer largo que veo de este director de los varios que ha realizado, desde que debutó en 1998 con "American history X".

Un profesor trabaja como sustituto en diversos institutos, por lo que nunca permanece suficiente tiempo en ninguno de ellos, así que jamás llega a establecer una relación afectiva con sus alumnos o compañeros de trabajo. Posee un gran talento para hacer que sus alumnos, por apáticos e indiferentes que estos sean, lleguen a interesarse por la materia que imparte, pero es frío y desapegado. A la par que llega a un nuevo instituto para una sustitución de un mes, ayuda y recoge de la calle a una adolescente descarriada, lo que le empieza a hacer tomar conciencia de que sí posee conexión emocional con su entorno (alumnos y profesores) y de que su desolada y desesperanzada búsqueda de un mundo mejor puede hacerse mucho mejor en amor y compañía.

Una más que sobresaliente película, muchísimo más, que me acongojó y maravilló, por su fondo y por sus formas, por ese aire poético del desencanto y la desolación de sus personajes (todos), con una leve rendija a la esperanza que impida ahogarnos. Una película dura, incluso con algún toque de sordidez, pero absolutamente hermosa, y muy, pero que muy profunda. Una historia sobre un hombre que sufre y huye constantemente para tratar de evitar enfrentarse a sus problemas ejerciendo un racional desapego; sobre el desamparo de muchos niños y jóvenes absolutamente perdidos; sobre esos educadores que luchan día a día a pesar de las continuas frustraciones de la aplastante realidad que les rodea, también perdidos a su manera. Una historia, en definitiva, sobre saber conciliar razones y emociones. Imprescindible.

Ahora algo de sabiduría ajena que espero no os deje indiferentes:

 - "Personalmente estoy siempre dispuesto a aprender, aunque no siempre me gusta que me den lecciones".  (Sir Winston Churchill).

 - "El alejamiento es la piedra de toque de los verdaderos afectos".  (Lacordaire).

 - "El amor engendra amor e incluso la naturaleza más ruda no siempre alcanza a resistir su fuerza. Si muchísimos hombres hubieran hallado más amor en su infancia y en su juventud, seguramente serían más humanos y más felices".  (Niemeyer).

 - "Existen demasiadas voces que afirman con rotundidad los caminos a seguir, las maneras de ser, los modos de pensar, hasta tal punto que puede llegar a parecer que nuestra vida nos es ajena. Frente a toda esa legión de respuestas fáciles y caminos trillados, la tarea de la filosofía debería consistir en decir no. Intentar abrir el camino a diferentes modos de ser, de pensar, de sentir, en definitiva, de ser".  (Joaquín Fortanet).

 - "Sentir no es otra cosa que pensar".  (Descartes).

 - "La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón".  (Howard G. Hendricks).

 - "El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío".  (Horace Mann).

 - "Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida".  (Anónimo).

 - "La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continua limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza, de nuestra libertad".  (Henry F. Amiel).

Besos y abrazos,

Don.
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