¡Buenos días!
Estos matutinos no son sino una copia de lo que por mi mente se cuece tras ver una película, un remedo compuesto de los retales de algunos de sus chispazos, y que me permito difundir con mi propio consentimiento. De todas formas, buena parte de sus elementos esenciales, las palabras, por ejemplo, no son invención mía, ya existían desde tiempo inmemorial, lo único que hago es recombinarlas a mi propio estilo, que en eso consiste la creación, en nuevas e infinitas combinaciones de unos pocos elementos ya existentes, que prácticamente todo ya está inventado.
Como el clima, quien en su infinito ciclo se repite a si mismo con más o menos regular periodicidad, con pequeñas variaciones sobre el mismo tema, hoy con sol y nubes, y este pasado fin de semana con pertinaces lluvias otoñales. Siempre lo mismo, pero con sutiles matices diferenciadores conforme pasan los días.
Este fin de semana estuve en el cine viendo "El ladrón de palabras" ("The words"), de Brian Klugman y Lee Sternthal, y con Bradley Cooper, Jeremy Irons, Dennis Quaid, Zoe Saldana (una preciosidad), y Olivia Wilde. Es el debut en el largo de estos dos directores.
Un escritor consagrado lee su nueva novela ante gran auditorio de entregados admiradores, en la que se narra la historia de un escritor frustrado por no poder publicar su novela y que se encuentra un viejo borrador de una novela anónima ambientada en la posguerra de París de los años 40. La lee, le fascina, la publica como suya, sin cambiar ni una coma, y obtiene un éxito total, aclamado por crítica y público como uno de los mejores escritores de su época. Al poco, un misterioso anciano se encuentra con él, y le dice que es el verdadero autor de la novela, que escribió en París relatando sus experiencias de juventud allí. Perdió el manuscrito y jamás volvió a escribir nada más. Le cuenta los recuerdos que fueron el germen de su obra. El joven se enfrentará a dilemas morales, y no sabe muy bien que debería hacer.
Una buena película sobre creatividad y dilemas morales, irregular, a ratos muy buena, en concreto las escenas de la relación entre el joven plagiador y el viejo plagiado. Empezó no gustándome gran cosa, pareciéndome bastante convencional (las escenas entre el plagiador y su esposa, que no me gustaron y creo que sobraban), pero poco a poco me fue enganchando gracias a los momentos entre el joven y el viejo, y las reflexiones de éste.
Una película sobre una historia encerrada en una novela plagiada, que a su vez está encerrada en otra novela, que es parte del contenido de la propia película, como esas muñecas rusas o cajas chinas. Además, el círculo parece cerrarse porque el propio escritor consagrado que narra en su novela la historia de un plagiador parece ser este mismo muchos años después. Me recordó por su estructura y algunas cosas más, a esa obra maestra que es para mí "Las horas" ("The hours", 2002), de Stephen Daldry, y que os recomiendo encarecidamente.
Ahora os plagio unas pocas citas de sabiduría ajena, referenciando su origen y separándola en párrafos aparte de la mía propia, que no es sino un remix de éstas y otras muchas más, cocinadas al fuego lento de mi propia existencia, añadiendo otros de los más variados ingredientes:
- "No hay cosa que dé tanto placer a un escritor como ver sus obras citadas con respeto por otros doctos autores". (Benjamín Franklin).
- "Las palabras del culpable suenan falsas, incluso cuando dice la verdad". (Serge Brussolo).
- "El arte de escribir consiste en el arte de interesar". (Jacques Delille).
- "El escritor, muchas veces, es como un caballo de carreras que ha perdido su jinete y ya no sabe por qué está corriendo ni dónde está la meta; sin embargo, se le exige seguir corriendo aunque no sepa ni hacia dónde va ni por qué". (Antonio Gala).
- "Yo creo que para ser escritor basta con tener algo que decir en frases propias o ajenas". (Pío Baroja).
- "La originalidad no consiste en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si nunca hubieran sido dichas por otros". (Goethe).
Besos y abrazos,
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