martes, 25 de abril de 2023

Vanagloria matutina

¡Buenos días!

A veces gano, a veces pierdo, en mi lucha en contra de no darme demasiadas ínfulas (mejor ninguna) tras haber perpetrado cada uno de estos matutinos, pero de momento, hasta que llegue la despedida, aquí estoy a pie de obra, tecleando abnegadamente como el que pica en una cantera, y por lo menos, si me tuviera que jactar de algo, que sea con cierto fundamento, y no porque me lo haya inventado del todo, y además regalarme con la satisfacción del trabajo bien cumplido. Y el que también se está viniendo arriba es este calor primaveral, que parece querer competir antes de tiempo con el del verano aún por llegar, en esta soleada jornada en la que se espera una máxima de 27ºC por los madriles, con alguna que otra nubecilla por el cielo y algo de suave brisa que nos refresque.

Este fin de semana estuve en el teatro viendo la obra "Miles gloriosus" ("El soldado fanfarrón"), escrita por Plauto (205 a.C.), adaptada libremente por Antonio Prieto, dirigida por Pep Antón Gómez, e interpretada por Carlos Sobera, Ángel Pardo, Elisa Matilla, Juanjo Cucalón, David Tortosa, Silvia Vacas, Antonio Prieto, y Arianna Aragón. No había visto, ni leído, hasta ahora obra alguna de este comediógrafo latino.

Un militar, que se jacta de todo tipo de hazañas bélicas, de su extremada belleza, del irresistible atractivo que tiene para las mujeres, totalmente infundados, y obsesionado por el sexo, vive con una joven princesa creyendo que bebe los vientos por él, cuando en realidad la secuestró en una de sus campañas. Uno de los sirvientes esclavos del soldado, en connivencia con el vecino de éste, hartos ambos de sus fanfarronadas, traman un elaborado plan para que el verdadero amor de la joven, todo un pánfilo, la consiga sacar de su forzado encierro, incluso con el engañado consentimiento del militar glorioso (en la segunda acepción del diccionario de la RAE), aprovechándose de su rijosidad y de su gusto por que le regalen el oído, a la par que le dan un merecido escarmiento.

Una obra que se dejó ver (nota: 5), divertidilla, con buenas actuaciones de su elenco y algunas risas por mi parte, muy pocas y contenidas, que la mayoría de sus simplones artificios cómicos, cuajados de tontunas, ni siquiera consiguieron amagar el más leve rictus de mis labios. Con maneras sainetescas, vodevilescas, casi que de infantil guiñol, incluso con toques de revista, cancioncillas incluidas, esta inocentona y ligerísima sátira moral, para regocijo de la plebe, moralejas finales incluidas, nos quiere hablar sobre como nuestra arrogancia y presunción nos convierte en perfectos gilipollas, de quien los demás se burlan casi sin que nos enteremos, tan pagados de sí mismos que a veces estamos. Tomemos nota.

Ahora, para mayor gloria de estos matutinos, ahí os dejo estas citas de sabiduría ajena, no mil, pero sí las suficientes como para ayudarnos a rellenar nuestros eventuales vanos mentales y envanecimientos:

 - "La vanagloria florece, mas no engrandece".  (Refrán).

 - "Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar".  (François de La Rochefoucauld).

 - "Al hombre ambicioso y fanfarrón se le llega a perdonar muchas cosas: la audacia, la inconsecuencia, la maniobra desleal; pero al prudente y de pocas aspiraciones no se le perdona casi nada y se mide su conducta al milímetro".  (Pío Baroja).

 - "Engullimos de un sorbo la mentira que nos vanagloria y apuramos gota a gota la verdad que nos amarga".  (Denis Diderot).

Besos y abrazos,

Don.

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