lunes, 1 de agosto de 2022

Matutino judaico

¡Buenos días!

Confío plenamente en mis matutinos, sé que no me venderán, ni siquiera por 30 monedas, y viceversa, que los regalo al mundo que esté interesado en ellos sin la más mínima contraprestación, se entiende que monetaria, e incluso en especie... ya que, si acaso, recibo como gratificación, que me doy a mí mismo, el bienestar que me produce el crearlos. Y el que no se traiciona a sí mismo es este tórrido verano que hoy vuelve por sus más calurosos fueros, en esta jornada que amaneció casi insomne tras la tropical noche (25ºC de mínima), y en la que se esperan 38ºC de máxima por los madriles.

Este fin de semana estuve en el cine viendo "La traición de Huda" ("Huda's salon", 2021), de Hany Abu-Assad, y con Maisa Abd Elhadi, Manal Awad, Ali Suliman, y Jalal Masarwa. De este director palestino había visto tres de sus anteriores films, "Idol" ("Ya tayr el tayer", 2015), "Omar" (2013) y "Paradise now" (2005).

En la ciudad de Belén, una joven madre palestina, casada con un tipo muy celoso, acude con su bebé a una peluquería a la que no iba desde que se casó, regentada por Huda, para que le arregle el pelo. Huda le ofrece un café, al que añade una droga, con lo que la joven se desmaya. Con la ayuda de un cómplice, la pone en una cama, la desnuda y le hace fotos comprometedoras. Cuando despierta la chantajea con darle las instantáneas a su marido si no se aviene a colaborar con el servicio secreto israelí, informando de cualquier cosa que vea por su entorno (armas, potenciales terroristas, etc.), lo que supone traicionar a su pueblo.

Muy buena película (nota: 7), basada en un hecho real, este peculiar thriller de espías, con mucha tensión, de esas que te dejan sin respiro, como a las protagonistas les sucede, en la que queda manifiesto el conflicto palestino-israelí y sus aberraciones, que se llevan por delante a montones de inocentes, repartiendo estopa a diestro y siniestro, a ambos bandos obcecadamente enfrentados... pero que también deja vislumbrar reivindicaciones feministas en la patriarcal y opresiva sociedad palestina, donde las víctimas suelen ser los más vulnerables, que llegan a convertirse en verdugos empujados a ello casi que contra su voluntad, mujeres en este caso, víctimas tanto de la guerra sucia como de la opresiva sociedad que todo les exige y nada les concede.

Pues me traicionaría a mí mismo si llegados a este punto no os pusiera unas citas de sabiduría ajena:

 - "Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición".  (François de la Rochefoucauld)

 - "Y es que en el mundo traidor
nada es verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira".  (Ramón de Campoamor).

Besos y abrazos,

Don.

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