Otro
extraordinario matutino que llega nosotros sin rudeza ni informático límite
fronterizo que coarte su dispersión allende ellos mismos, cual civilizados
ciudadanos del mundo que nos convencen de sus tesis con su argumentario, o no,
pero sin cabrearse por ello. La primavera más recuerda al verano de calendario
próximo a venir, trasmutando su ser poco a poco, sin violentarse con el estío
que al final llegará, en menos de tres semanas, con este día soleado de 31ºC de
máxima prevista por los madriles, tras las tormentillas de este pasado fin de
semana.
Fin
de semana en el que estuve viendo en Netflix, durante uno de los chaparrones,
"Beasts of no nation" (2015), de Cary Joji Fukunaga,
basado en la novela homónima de Uzodinma Iweala, y con Abraham Attah e Idris
Elba. Tercer largo de este director, de quien había visto sus dos anteriores,
"Jane Eyre" (2011), y "Sin nombre" (2009).
En
un país africano indeterminado que se encuentra en plena guerra civil con
varios bandos, un niño, travieso y espabilado, vive feliz junto a sus padres,
su hermano mayor adolescente y su hermana pequeña, en una zona de seguridad
controlada por las tropas de la ONU. Pero la situación cambia repentinamente, y
las tropas gubernamentales, tras un golpe de estado, entran en su pueblo y
arrasan con la población civil, muriendo su padre y su hermano y quedando
separado de su madre, que fue previamente evacuada junto con su hermana. Huye
despavorido a la selva y allí es recogido por los guerrilleros de otra facción
combatiente liderada por un cruel señor de la guerra de mesiánicas maneras,
donde le instruirán en el combate, manipulando su mente con consignas y drogas
para que odie a todo lo que no sea su causa, viéndose obligado a cometer
terribles atrocidades.
Una
muy buena película (nota: 7), hermosa visualmente, este descarnado (en algún
momento incluso literalmente) retrato de la guerra y sus horrores y de los
niños-soldado, sin contemplaciones, aunque con cierta pátina poética en su
violenta exposición del infierno terrenal, a través de la inocente mirada, que
se va descastando paulatinamente henchida de alucinógenos, del chaval
protagonista. Recuerda en ciertos pasajes a los episodios de "Apocalypse
now" (1979) de Francis Ford Coppola en los que aparece el personaje
encarnado por Marlon Brando, pero también a la calmada poética de los films de
Terrence Malick. Además me recordó a una película nigeriana que vi hace años,
"Ezra" (2007) de Newton Aduaka, aunque esta empieza su
historia más o menos donde acaba la de la hoy glosada.
Ahora
toca algo de sabiduría ajena, internacional, que nos aporte nociones para
tratar de limar, si es que se puede, nuestros repuntes de brutalidad:
- "Las tristezas no se hicieron para las
bestias sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado se
vuelven bestias". (Miguel de
Cervantes).
- "El burro no es tan bestia como piensa
el que lo piensa". (Refrán).
- "La causa justa, toda causa justa, se
convierte en injusta en el momento en que la llevamos hasta sus últimas
consecuencias". (Hans M.
Enzensberger).
Besos
y abrazos,
Don.
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