En
estos últimos días de la florida primavera, según calendario, vuelvo a dejarme
fecundar por estos matutinos, a los que tanto cuido, esperando germinen en mí
sus anímicas poluciones, tras bullir en mis entendederas y que tan bien me
sientan. La mañana nos ha florecido con un radiante sol acolchado entre
regordetas nubes por entre las que retoza y con 26ºC de máxima prevista por los
madriles.
Antes
de ayer por la tarde estuve... ¡por fin en una sala oscura de cine!, tras unos
cuantos meses de desconfinamiento cinéfilo en salas. Estuve viendo "Little
Joe" (2019), de Jessica Hausner, y con Emily Beecham, Ben
Whishaw, y Kit Connor. De esta directora austriaca había visto uno de sus anteriores
largos, "Lourdes" (2009).
Una
madre soltera trabaja en un laboratorio de I+D+i como jefa de un equipo que trata
de desarrollar mediante ingeniería genética nuevas especies de plantas que
beneficien a la humanidad. Su última creación es una, a la que llaman Little
Joe, cuya flor tiene la propiedad de que cuando una persona la huele, si la ha
cuidado con esmero, entra en un estado de plácida felicidad, sin producir
aparentemente ni alergia ni ninguna otra toxicidad. Conforme va avanzando la
investigación va tomando conciencia de otra inesperada e inquietante propiedad
de la planta, uno de cuyos ejemplares ha llevado de incógnito a su casa, como
regalo para su hijo preadolescente Joe, para paliar su sentimiento de culpa por
no cuidar tanto como debiera de él, a causa de la excesiva dedicación a su
trabajo.
Película
morosa que me dejó frío (nota: 4), no solo por la
frialdad general en sus maneras y la de sentimientos de sus personajes (y no
solo tras haber sido polinizados por la flor). Es una especie de distopía, de
ciencia ficción, aunque esto no tanto, que andamos cerca de conseguir parecidos
logros, que nos hace reflexionar sobre los límites éticos de la ingeniería
genética, y el atontamiento de nuestras sociedades, cada vez más propensos los
humanos a dedicarles más tiempo a cosas, animales o plantas, que a nuestros
propios congéneres. También habla de maternidad, de los previos al síndrome de
nido vacío, de las dificultades de romper el cordón umbilical con los vástagos
cuando hay que empezar a hacerlo gradualmente. Recuerda bastante a "La
invasión de los ladrones de cuerpos" ("Invasion of the body
snatchers", 1956) de Don Siegel, y sus posteriores remakes.
Ahora
unas floridas citas de sabiduría ajena que dejen constancia de lo sembrados que
estaban sus autores:
- "La idea es polen luminoso de esa flor
divina que se llama inteligencia. La inspiración lo arranca y el viento de la
publicidad lo lleva en sus alas para fecundar almas lejanas y sedientas de
saber". (Amado Nervo).
- "La felicidad escucha mal las
amonestaciones de la prudencia; es demasiado ciega, es arrogante para ver
precipicios bajo las flores que cubren su camino. Ella posee la ciencia de
gozar y desprecia todas las otras".
(Concepción Arenal).
- "Algunos aman las flores y los animales
porque son incapaces de entenderse con sus semejantes". (Sigrid Undset).
- "La causa de los males de la humanidad
es la precipitación, el deseo de ir deprisa, rigiéndose por ideas en flor. Así,
las flores se ajan y los frutos nunca llegan". (Ángel Ganivet).
Besos
y abrazos,
Don.
_____
No hay comentarios:
Publicar un comentario