jueves, 19 de noviembre de 2015

Testarudo topetazo matutino

¡Buenos días!

Aunque pueda ser a veces algo cabezota en mi vida cotidiana, cada vez menos con la edad, en estos matutinos nada de nada, pues intento darle a la cabeza para razonar lo más posible, de un modo nada brusco, con la dulce suavidad que me infunden mis hadas y ninfas, a las quiero como hermanas mías que son y con las que jamás peleo. El otoño sigue por la vera del Mediterráneo soleado y con algunas nubes, no sé si aborregadas, tan agradable que es imposible tener un encontronazo con él... ya veremos a partir de este próximo fin de semana, cuando está pronosticado un brusco bajón térmico de casi diez grados, con máximas que apenas superarán los 10ºC... las mínimas de estos días por estos lares, que también bajarán hasta casi rozar la helada al borde del mar.

Estuve en el cine viendo "Rams (El valle de los carneros)" ("Hrútar"), de Grímur Hákonarson, y con Sigurður Sigurjónsson, Theodór Júlíusson. Es el primer largo que veo de este director islandés.

En un perdido valle islandés, dos solitarios ancianos regentan sendas granjas colindantes en las que crían ovejas y carneros. Son dos hermanos que no se hablan desde hace más de 40 años, tan sólo se comunican por notas escritas que el perro de uno de ellos lleva de una casa a la otra, cual paloma mensajera. En un concurso ovino que elige el mejor carnero del lugar, los dos hermanos quedan primero y segundo, lo que acrecienta, si cabe, aún más sus fraternales y mudas rencillas. Pero el carnero ganador padece una gravísima enfermedad (la tembladera, del tipo del mal de las vacas locas) y las autoridades sanitarias decretan el sacrificio de todo el ganado ovino de las granjas de su valle. Los dos hermanos, cada uno a su modo, tratarán de oponerse a tal medida, que extinguirá una ancestral raza de ovejas autóctonas.

Una buena película (nota: 6) este peculiar drama rural, con toques cómicos de humor negro, de mirada excéntrica, muy parca en diálogos (casi hablan más las ovejas que los humanos), sobre dos hermanos enfrentados en un desolado y muy despoblado ambiente natural, metáfora que va algo más allá de lo que nos plantea y apunta en varias direcciones, especie de irreductibles galos ante el avance de la vida moderna, que miman con esmero sus rebaños, con los que tienen mayor conexión emocional que con cualquier otro humano. La terrible enfermedad de su ganado desatará una crisis en su pequeña y aislada comunidad, que terminará por provocar que rompan su silencio y unan sus fuerzas si quieren conservar su ancestral modo de vida, junto a sus queridas ovejas.

Para mí el mejor ramalazo de humor que tiene esta chocante película es la escena en la que uno de los hermanos traslada al otro al hospital en su excavadora, habiéndolo recogido casi moribundo del suelo con la pala mecánica, a través de la helada Islandia, pues ni se hablan, ni por supuesto se tocan.

Ahora, como siempre al final de cada matutino, con terca perseverancia, nos topamos con unas citas de sabiduría ajena:

 - "Intentar modificar el carácter de un hombre es como tratar de enseñar a una oveja a tirar de un carro".  (Georg Christoph Lichtenberg).

 - "No es fácil tratar con testarudos. No hay argumento que valga. Regla para tratar con ellos: «Ninguna encina se derrumba al primer hachazo; una gotera quiebra la peña más dura»".  (José Ortega y Gasset).

Besos y abrazos,

Don.
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