¡Buenos días!
Aunque pueda ser a veces
algo cabezota en mi vida cotidiana, cada vez menos con la edad, en estos
matutinos nada de nada, pues intento darle a la cabeza para razonar lo más
posible, de un modo nada brusco, con la dulce suavidad que me infunden mis
hadas y ninfas, a las quiero como hermanas mías que son y con las que jamás
peleo. El otoño sigue por la vera del Mediterráneo soleado y con algunas nubes,
no sé si aborregadas, tan agradable que es imposible tener un encontronazo con
él... ya veremos a partir de este próximo fin de semana, cuando está
pronosticado un brusco bajón térmico de casi diez grados, con máximas que
apenas superarán los 10ºC... las mínimas de estos días por estos lares, que
también bajarán hasta casi rozar la helada al borde del mar.
Estuve en el cine viendo
"Rams (El valle de los carneros)"
("Hrútar"), de Grímur Hákonarson, y con Sigurður Sigurjónsson,
Theodór Júlíusson. Es el primer largo que veo de este director islandés.
En un perdido valle
islandés, dos solitarios ancianos regentan sendas granjas colindantes en las
que crían ovejas y carneros. Son dos hermanos que no se hablan desde hace más
de 40 años, tan sólo se comunican por notas escritas que el perro de uno de
ellos lleva de una casa a la otra, cual paloma mensajera. En un concurso ovino
que elige el mejor carnero del lugar, los dos hermanos quedan primero y
segundo, lo que acrecienta, si cabe, aún más sus fraternales y mudas rencillas.
Pero el carnero ganador padece una gravísima enfermedad (la tembladera, del
tipo del mal de las vacas locas) y las autoridades sanitarias decretan el
sacrificio de todo el ganado ovino de las granjas de su valle. Los dos
hermanos, cada uno a su modo, tratarán de oponerse a tal medida, que extinguirá
una ancestral raza de ovejas autóctonas.
Una buena película (nota:
6) este peculiar drama rural, con toques cómicos de humor negro, de
mirada excéntrica, muy parca en diálogos (casi hablan más las ovejas que los
humanos), sobre dos hermanos enfrentados en un desolado y muy despoblado
ambiente natural, metáfora que va algo más allá de lo que nos plantea y apunta
en varias direcciones, especie de irreductibles galos ante el avance de la vida
moderna, que miman con esmero sus rebaños, con los que tienen mayor conexión
emocional que con cualquier otro humano. La terrible enfermedad de su ganado
desatará una crisis en su pequeña y aislada comunidad, que terminará por
provocar que rompan su silencio y unan sus fuerzas si quieren conservar su
ancestral modo de vida, junto a sus queridas ovejas.
Para mí el mejor ramalazo de
humor que tiene esta chocante película es la escena en la que uno de los
hermanos traslada al otro al hospital en su excavadora, habiéndolo recogido
casi moribundo del suelo con la pala mecánica, a través de la helada Islandia,
pues ni se hablan, ni por supuesto se tocan.
Ahora, como siempre al final
de cada matutino, con terca perseverancia, nos topamos con unas citas de
sabiduría ajena:
- "Intentar modificar el carácter de un
hombre es como tratar de enseñar a una oveja a tirar de un carro". (Georg Christoph Lichtenberg).
- "No es fácil tratar con testarudos. No
hay argumento que valga. Regla para tratar con ellos: «Ninguna encina se
derrumba al primer hachazo; una gotera quiebra la peña más dura»". (José Ortega y Gasset).
Besos y abrazos,
Don.
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