¡Buenos días!
Otra mañanita más de dulzura
vital a la vera... ¿del Arlanzón, del Manzanares?... ¡no!, como en mi
particular parafraseo de las coplas de Jorge Manrique, esas en las que los ríos
van a dar a la mar, que es el vivir, a su vera... la del Mediterráneo, pero sin
dar verde a los pinos ni amarillo a la genista, que diría el
"serrano" cantante Joan Manuel. Y con este entusiasmo vital tenemos
para hoy unos soleadísimos, serenísimos y dulcísimos 18ºC de máxima prevista
(con 14ºC de mínima), cosas de la tibieza del clima a la orilla del mar.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "Una pastelería en Tokio"
("An"), de Naomi Kawase, y con Kirin Kiki, Masatoshi Nagase, y Kyara
Uchida. De esta directora japonesa ya había visto dos de sus anteriores films,
"Aguas tranquilas" ("Futatsume no mado",
2014), y "El bosque del luto" ("Mogari no mori", 2007).
Un hombre atribulado y que
rehúye el contacto social, regenta y trabaja con rutinaria desgana en una
pequeña pastelería de Tokio, en la que sólo elabora y despacha doriyakis, un
típico pastelito relleno de una dulce pasta a base de judías rojas (an), y que
habitualmente frecuenta una triste colegiala. Un día aparece por allí una
anciana de 76 años que se ofrece a trabajar en el negocio, pero él no está
interesado. Otro día vuelve a pasar y le deja una muestra de pastelitos que
ella ha hecho. Queda maravillado con su exquisito sabor y la contrata. A partir
de entonces su negocio irá prosperando cada vez más.
Una muy buena película (nota:
7) que podría haber sido más deliciosa de lo que ya es, pero el
caso es que no acabo de conectar del todo con las películas que he visto de
esta directora. Pequeña historia, de gran sensibilidad y parsimonioso ritmo,
con poéticas imágenes de naturaleza que plasman los ciclos de vida y muerte y
las emociones de los personajes (marca de la casa), sobre tres seres (de
generaciones distintas), solitarios y heridos por diversas causas, que se
encuentran en el local y forman algo parecido a una familia, creando lazos
afectivos con los que mejor sobrellevar sus vicisitudes vitales. Una lección de
bien vivir. También nos habla de cómo influyen unas personas en otras, en este
caso para bien, de gente encerrada en sí misma o encerrada por otros, de gente
marginada o que se automargina, según los casos.
Bueno, pues ahora ahí os
dejo unas citas de sabiduría ajena que seguro nos ayudan a mejor saborear las
dulzuras vitales:
- "No es difícil llorar en soledad, pero
es casi imposible reír solo".
(Dulce María Loynaz).
- "Si quieres hallar en cualquier parte
amistad, dulzura y poesía, llévalas contigo". (Georges Duhamel).
- "El bien que hemos hecho nos da una
satisfacción interior que es la más dulce de todas las pasiones". (René Descartes).
Besos y abrazos,
Don.
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