jueves, 16 de julio de 2015

La mirada de los locuaces matutinos

¡Buenos días!

A pesar de mi sempiterna miopía, con algo de presbicia añadida por la edad, mala vista que espero sea tan sólo física, y no mental, admiro todo lo maravilloso que me rodea, y disfruto con plenitud de ello en la medida de mis posibilidades, muchas veces atónito ante el espectáculo, pero una vez que supero la emocionante conmoción desparramo mi natural verborrea por doquier. El verano, a la chita callando, sigue derritiéndonos con su ardorosa mirada, sin nube alguna por el horizonte que vele su poderío térmico.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "La mirada del silencio" ("The look of silence"), de Joshua Oppenheimer. De este director norteamericano afincado en Dinamarca había visto su anterior film, "The act of killing" (2012), con el que completa el díptico de documentales que ha hecho sobre el genocidio de un millón de indonesios, a mediados de los años 60, tras el acceso al poder del general Suharto mediante un golpe de estado.

Una familia de supervivientes descubre cómo fue ejecutado su hijo y la identidad de los hombres que lo mataron a través del hermano más joven, que nació después del genocidio, un optometrista que va visitando a domicilio a cada uno de los posibles verdugos de su hermano, ya muy ancianos, para graduarles la vista y ponerles gafas, a la par que les va preguntando por el pasado y les hace enfrentarse a él, algo todavía difícil allí, pues muchos de los asesinos siguen todavía detentando altos cargos políticos, aunque aparentemente ya no haya dictadura por allí.

Espléndida película (nota: 8), de esas imprescindibles que hay que ver para mejor conocernos, este sobrecogedor, apabullante y demoledor documental, no especialmente agradable de ver por los hechos que se narran, aunque nada escabroso se muestre, que todo está en la imaginación, aunque entonces fuera muy real. Me gustó mucho más que la anterior.

Verdugos que casi (o sin casi) se vanaglorian de sus atroces crímenes, parece que sin el más leve atisbo de remordimiento, y que tratan de olvidar (ellos) y hacer olvidar (a las familias de las víctimas), especie de alzheimer provocado, callando todos el pasado, relativizándolo, incluso las víctimas, todos con la visión distorsionada por el terror de antaño. Un acertadísimo y aceradísimo retrato de la condición humana, que todos podemos llegar a ser víctimas o verdugos, según nos sople el aire. Os la recomiendo. No os la perdáis.

Ahora algo de sabiduría ajena, que nos haga mirar el mundo de otro modo y a no callar lo que hay que decir:

 - "Hay dos miradas: La mirada del cuerpo puede olvidar a veces, pero la del alma recuerda siempre".  (Alejandro Dumas).

 - "¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!".  (Santa Catalina de Siena).

 - "Aquellos que anuncian que luchan en favor de Dios son siempre los hombres menos pacíficos de la Tierra. Como creen percibir mensajes celestiales, tienen sordos los oídos para toda palabra de humanidad".  (Stephan Zweig).

 - "Los oídos no sirven de nada a un cerebro ciego".  (Proverbio árabe).

 - "El hombre que desee estar tranquilo ha de ser sordo, ciego y mudo".  (Proverbio turco).

Besos y abrazos,

Don.
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