¡Buenos días!
Otra mañana más en la que
cabalgo hacia ellos, sin desbocarme, para disfrutar tranquilamente de mi
momentáneo paraíso mañanero, que se me abre de par en par a mi glorioso paso, y
donde mis hadas y ninfas, cual si fueran gentiles huríes, me colman de
bienestar. Me siento su elegido. Pero esto no es más que ficción, así que luego
toca volver a la cruda realidad, casi infernal, con sofocantes máximas rondando
la cuarentena, y ya llevamos así muchos días, ¡y los que nos quedan!; y lo
peor, sudorosas noches, en las que el forzado insomnio puede provocar
quijotescos delirios de grandeza... puramente lisérgicos, defectuoso producto
de nuestro deshidratado cerebro, sorbido por el calor y la falta de sueño (y
sueños).
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "Los caballos de Dios" ("Les
chevaux de Dieu"), de Nabil Ayouch, basada en la novela de Mahi Binedine
"Les étoiles de Sidi Mumen", y con Abdelhakim Rachid, Abdelilah
Rachid, Hamza Souidek, Ahmed El Idrissi Amrani, y Badr Chakir. Es el primer
largo que veo de este director francés de origen marroquí. Esta película, en la
que se conjetura como pudo ser la vida de los suicidas de los atentados de Casablanca
en 2003, ganó la espiga de oro de la Seminci de Valladolid de... 2012. Con algo
de retraso, pues, por decir algo, se ha estrenado por estos lares.
Un chaval de 10 años malvive
con su familia en un mísero poblado chabolista de Casablanca junto a su sufrida
madre, padre depresivo, y dos de sus tres hermanos: el mayor está en el
ejército, el siguiente es autista y el penúltimo, de 13 años, es el jefecillo
de la panda del barrio y protector de su hermano menor. Pasa el tiempo con sus
amigos, y años después su hermano inmediatamente mayor acaba en la cárcel. Tras
dos años sale convertido en fundamentalista islámico, y convence a su hermano
pequeño y sus amigos para que se unan a su hermandad, donde el líder espiritual
les adoctrina y prepara físicamente. Tiempo después les comunica que han sido
elegidos para convertirse en mártires.
Una muy buena película (nota:
7) este duro drama, no exento de cierto aire poético, muy bien
narrada, y montada (incluso cabalgada), en la que se muestran claramente las
raíces de la expansión del fundamentalismo islámico, conociendo estupendamente,
director y guionistas, los sutiles entresijos de este fenómeno que últimamente
ha explotado y va a más. Miseria, delincuencia juvenil, falta de expectativas,
germen y caldo de cultivo para el odio fundamentalista, donde los jóvenes son
manipulados religiosamente y su cerebro lavado con esmero, cual ablución antes
de la oración. Chicos de barrio chabolista, maltratados y vapuleados por todos,
incluso por ellos mismos, abocados al abismo, sin nada que perder, porque nada
tienen, se lanzan ciegamente a él, porque nada más ven o les dejan ver. Trata
de similares temas que "Paradise now" (2005) de Hany Abu-Assad.
Ahora algo de sabiduría
ajena, paraíso de nuestras entendederas:
- "Caballo que vuela no quiere
espuela". (Refrán).
- "Unos nacieron con estrella, y otros
estrellados". (Refrán).
- "Tienes que desconfiar del caballo por
detrás de él; del toro, cuando estés de frente; y de los clérigos, de todos
lados". (Miguel de Cervantes).
- "El mentir de las estrellas
es muy seguro mentir,
porque ninguno ha de ir
a preguntárselo a
ellas". (Francisco de Quevedo).
- "Cuanto antes nos percatemos de que
nuestro destino está en nosotros mismos, y no en las estrellas, tanto mejor
para nosotros". (Axel Munthe).
- "Los hombres temen a los mismos dioses
que han inventado". (Lucano).
- "Aquel a quien aman los dioses muere
joven". (Menandro).
Besos y abrazos,
Don.
_____
No hay comentarios:
Publicar un comentario