miércoles, 26 de septiembre de 2012

Matutino inaplazable

¡Buenos días!

Tras tantos años de convivencia matutina, sigo como el primer día, con la apremiante urgencia de volver a ellos cada mañana, aunque algunas no pueda físicamente (más bien virtualmente), pero siempre los llevo conmigo. Y el ineludible otoño entró de pleno en nuestras vidas con su consabida pasión, a saber, nubes grises, ventoleras, lluvias y frescor general de los que no hielan.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Martes, después de Navidad" ("Marti, dupa Cracium"), de Radu Munteanu, y con Mimi Branescu, Mirela Oprisor, y María Popistasu. Es el cuarto largo de este director rumano y primero suyo que veo.

Un cuarentón lleva diez años casado y tiene una buena relación con su mujer, a la que quiere. Tienen una hija de 8 años y llevan una vida apacible en un barrio acomodado de Bucarest. Sin embargo él lleva varios meses manteniendo una relación paralela con la joven dentista de su hija, en la que viven un apasionado amor. No puede dejar de pensar en ella. En los días previos a la Navidad, por un imprevisto, coinciden todos en la consulta. Se genera una sutil tensión entre los amantes, de la que no se apercibe la mujer, y a partir de ese momento él empezará a plantearse con cual de las dos mujeres quiere quedarse. Dificilísima elección.

Una buenísima película, que sin embargo en su primera mitad me pareció algo anodina, tal vez porque retrata minuciosamente la cotidianidad de las dos parejas de común elemento masculino, aunque a partir del momento de toma de conciencia y crudas sinceridades, más bien a partir del sosegadísimo arrebato de descarnada sinceridad de él unos días después, y sin perder su estilo anterior, la película se tornó de una fortísima intensidad y me pareció sobresaliente. Una estupenda historia sobre matrimonio e infidelidad, y también sobre sinceridad, en la que me maravillaron la escena de la confesión de amor y el contrapunto de esa descarnada sinceridad con el mantener la ilusión de la hija por Papá Noel, sin decirle aún quien es realmente el que hace los regalos.

Está contada desde un punto de vista íntimo, sin juicios de valor ni adornos (no hay banda sonora), contada de un modo algo seco, como lo haría un imparcial observador de la naturaleza, apenas dejando entrever algún escaso borbotón de pasión. Por ese enfoque, me recuerda a una excelentísima película del año 2007 que os recomiendo, también rumana, "4 meses, 3 semanas, 2 días" ("4 luni, 3 saptamani si 2 zile"), de Cristian Mungiu, aunque ésta era además devastadora emocionalmente y muy desabrida.

Pues ya llegó el momento, ya no puedo esperar más, ahí va la sabiduría ajena:

 - "Un buen matrimonio sería aquel en que se olvidase, durante el día, ser amantes, y por la noche, ser esposos".  (Jean Rostand).

 - "El amor es el mejor padrino del matrimonio y la estimación recíproca su más fiel amigo".  (Paolo Mantegazza).

 - "Tenía oído que algunos decían que el amor era todo regocijo, alegría y contento, mas, aquella noche, sentada en la playa, hubiera querido yo tener ante mí a aquellos sabios parlanchines para hacerles sentir con el filo de mi espada el regocijo, la alegría y el contento que ocasionaba el terrible dolor del amor. Era peor que una enfermedad, me decía atormentada, peor que una llaga corrompida. Era como beber ponzoña y tragar agujas. ¡Y todo por aquel rufián maleador cuyos rubios cabellos sólo podían tener competencia con los del sol!".  (Matilde Asensi).

 - "No está en mi naturaleza ocultar nada. No puedo cerrar mis labios cuando he abierto mi corazón".  (Charles Dickens).

 - "Ser sincero no es decir todo lo que se piensa, sino no decir nunca lo contrario de lo que se piensa".  (André Maurois).

Besos y abrazos,

Don.
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