domingo, 12 de junio de 2016

Encerrona vespertina

¡Buenas tardes!

Atrapado entre las cuatro paredes de mi casa, sin comerlo ni beberlo, y casi en ayunas, cosas de alguna tripa revuelta, espero a terminar de ejecutar mi trabajo con este vespertino, tras el anterior y reciente matutino, que hoy se me acumulan, para salir a toda prisa a respirar la verde libertad que allende nos ofrece la naturaleza, aún lozana tras las lluvias de pasadas semanas, ya sin los agobios térmicos que el mediodía nos pudiera deparar, con el sol ya casi acostado por poniente, que hoy hemos estado con 33ºC de máxima.

Ayer por la noche estuve en el cine viendo "Green room", de Jeremy Saulnier, y con Anton Yelchin, Imogen Poots, Patrick Stewart y Macon Blair. Es el tercer largo de este director y guionista, de quien había visto su anterior, "Blue ruin" (2013).

Una banda musical punk, tras una poco exitosa gira en locales de tercera, es inesperadamente contratada para tocar en un remoto y destartalado club, perdido en un frondoso bosque de Oregón, al que habitualmente acuden los skinheads de la zona. El concierto va bien, y cuando terminan y se disponen a recoger sus trastos para seguir su tournée, son testigos sin querer de un asesinato cometido en la trastienda del local. El grupo de mafiosos neonazis responsables del acto, que no quiere testigos, amenaza su vida, y acaban encerrados en una claustrofóbica habitación, especie de búnker, luchando desesperadamente por su vida.

Una buena película (nota: 6), tensísima, sucia y desagradable, de pesadilla, con alocados estallidos de brutal salvajismo carnicero y salpicones de humor negro, amén de algún consecuente chorretón de sangre, muy visceral, todo muy gore pero sin excesivos excesos. Historia, cuyo ritmo in crescendo sólo decae al final del todo, a modo de reflexiva relajación, que tiene maneras de una de zombis, que los sitiados y aterrados protagonistas lo parecen, actuando impulsivamente, por puro instinto, de supervivencia, ante unos delincuentes descerebrados, también bastante zombis, que les acosan y atacan por oleadas sin discusión, con hermética fidelidad perruna, la que deben a su capo.

Ahora algo de sabiduría ajena, que seguro nos libra de eventuales encierros mentales, y ayuda a abrirnos permeablemente al mundo:

 - "Carne encerrada, carne capada".  (Refrán).

 - "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida".  (Miguel de Cervantes).

Besos y abrazos,

Don.
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