¡Buenas
tardes!
Atrapado
entre las cuatro paredes de mi casa, sin comerlo ni beberlo, y casi en ayunas,
cosas de alguna tripa revuelta, espero a terminar de ejecutar mi trabajo con
este vespertino, tras el anterior y reciente matutino, que hoy se me acumulan,
para salir a toda prisa a respirar la verde libertad que allende nos ofrece la
naturaleza, aún lozana tras las lluvias de pasadas semanas, ya sin los agobios
térmicos que el mediodía nos pudiera deparar, con el sol ya casi acostado por
poniente, que hoy hemos estado con 33ºC de máxima.
Ayer
por la noche estuve en el cine viendo "Green room",
de Jeremy Saulnier, y con Anton Yelchin, Imogen Poots, Patrick Stewart y Macon
Blair. Es el tercer largo de este director y guionista, de quien había visto su
anterior, "Blue ruin" (2013).
Una
banda musical punk, tras una poco exitosa gira en locales de tercera, es
inesperadamente contratada para tocar en un remoto y destartalado club, perdido
en un frondoso bosque de Oregón, al que habitualmente acuden los skinheads de
la zona. El concierto va bien, y cuando terminan y se disponen a recoger sus trastos
para seguir su tournée, son testigos sin querer de un asesinato cometido en la
trastienda del local. El grupo de mafiosos neonazis responsables del acto, que
no quiere testigos, amenaza su vida, y acaban encerrados en una claustrofóbica
habitación, especie de búnker, luchando desesperadamente por su vida.
Una
buena película (nota: 6), tensísima, sucia y desagradable, de pesadilla,
con alocados estallidos de brutal salvajismo carnicero y salpicones de humor
negro, amén de algún consecuente chorretón de sangre, muy visceral, todo muy
gore pero sin excesivos excesos. Historia, cuyo ritmo in crescendo sólo decae
al final del todo, a modo de reflexiva relajación, que tiene maneras de una de
zombis, que los sitiados y aterrados protagonistas lo parecen, actuando
impulsivamente, por puro instinto, de supervivencia, ante unos delincuentes
descerebrados, también bastante zombis, que les acosan y atacan por oleadas sin
discusión, con hermética fidelidad perruna, la que deben a su capo.
Ahora
algo de sabiduría ajena, que seguro nos libra de eventuales encierros mentales,
y ayuda a abrirnos permeablemente al mundo:
- "Carne encerrada, carne
capada". (Refrán).
- "La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden
igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así
como por la honra, se puede y debe aventurar la vida". (Miguel de Cervantes).
Besos
y abrazos,
Don.
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