¡Buenos días!
Otro matutino más que
despega sin problemas, haciendo elevarse sin esfuerzo a mi imaginación, que
trata de cazar al vuelo lo que sea menester, y con el que espero disfrutar
sobremanera, incluso tratando de reírme de lo que sea, hasta de mí mismo si se
tercia. Otro dulce y sonrientemente soleado día de invierno tenemos hoy, con
máxima prevista de 12ºC, calorcito que elevará en volandas, cual térmica
ascendente, nuestro entusiasmo vital, a pesar de todos los pesares.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "No llores, vuela"
("Aloft"), de Claudia Llosa, y con Jennifer Connelly, Cillian Murphy,
y Mélanie Laurent. Es el tercer largo de esta directora peruana, sobrina del
Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, de quien había visto su anterior film,
"La teta asustada" (2009).
Una madre con dos hijos
pequeños, el menor de los cuales padece una gravísima enfermedad incurable,
tras una tragedia familiar abandona a su hijo mayor, dejándolo al cargo del
abuelo de éste, y se dedica a su recién adquirida habilidad (de la que hace
poco tomó conciencia) de metafísica y esotérica curandera de casos desahuciados
por la medicina. Veinte años después, una periodista localiza al hijo, un
huraño y afamado cetrero, marcado por la ausencia de su madre desde entonces,
con la idea de que le ayude a encontrarla para hacerle un reportaje televisivo,
pues ya posee toda una legión de devotos de sus absurdos métodos de cura. Para
ello deben viajar a un remoto y desolado lugar del ártico canadiense, justo
sobre el círculo polar.
Una película (nota:
4), confusa muchas veces, no sólo por sus muy frecuentes saltos en
el tiempo (narrada en dos tiempos alternos), que a pesar de su buena factura
técnica, actuaciones y bella fotografía incluidas, apenas nada me dijo, salvo
algún que otro suelto momento, pues las tribulaciones de sus tres personajes principales
no me interesaron gran cosa, totalmente enredados, salvo momentáneas
excepciones, en insondables disquisiciones metafísicas sin sentido (para mí).
Tampoco me gustó, básicamente, porque no comulgo lo más mínimo con esa visión
místico-esotérica de la vida, sus problemas y el modo de enfrentarse a ellos. A
pesar de todos estos pesares, creí vislumbrar que, entre varios otros temas
más, trata de, como dice su precioso, poético y sabio título, de romper el
cordón umbilical con los traumas del pasado, sin llantos, y volar solo... no
sin antes cantar la gallina a la causa de nuestros males anímicos y
reconciliarse, al menos con uno mismo, saldando cuentas pendientes.
Ahora algo de (hoy poética)
sabiduría ajena, que nos ayude a elevarnos sobre nuestras cuitas, y si es con
una sonrisa, mejor que mejor:
- "Si por la noche lloras por no ver el
sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas". (Rabindranath Tagore).
- "No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de
nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas,
que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños
destrabar el tiempo,
correr los escombros
y destapar el cielo.
[...]". (Mario Benedetti).
Besos y abrazos,
Don.
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