¡Buenos días!
Otra deliciosa mañanita de
soleado y suave invierno, no sé si regalo de Reyes Magos, que parece invitar a
la armonía con todo y con todos. Espero no se descontrole, que no lo parece a
tenor de las previsiones meteorológicas para días sucesivos. Este matutino no
sé si me terminará por quedar tan pequeñito como dice el título, ni tan grande
que no pueda gobernarse y acabe por engullirnos cual feroz leviatán. Santa
paciencia. Bueno, nada de pasividad, ya veremos cómo me voy manejando con él.
Al tran-tran.
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "Leviatán"
("Leviafan"), de Andrey Zvyagintsev, y con Aleksey Serebryakov, Elena
Lyadova, Vladimir Vdovichenkov, y Roman Madyanov. Es el cuarto largo de este
director ruso, de quien había visto dos de sus anteriores films: "Elena"
(2011), y "El regreso"
("Vozvrashchenie", 2003); el anterior, y con el que debutó,
respectivamente.
En una pequeña ciudad a
orillas del mar de Barents, al norte de Rusia, vive en una casa a las afueras
un mecánico que tiene su taller allí mismo. Ha sido la casa familiar durante
generaciones, y vive con su problemático hijo adolescente, fruto de su anterior
matrimonio, y su actual bella mujer. El corrupto y mafiosete alcalde está
decidido a expropiarle el terreno pagándole una miseria para montar un negocio
que le dará pingües beneficios, alegando que será un centro de ocio para la
comunidad. Un amigo abogado que vive en Moscú acudirá para ayudarle en sus
pleitos contra el alcalde, quien para allanar su camino, empleará métodos más
expeditivos.
Una muy buena película esta
tragedia con toques de humor negro, en cuyo trasfondo queda retratada la
situación socio-política rusa, que nos habla de injusticias por abuso de poder,
y de que la jerarquía eclesial (ortodoxa en este caso) se pone del lado del
poderoso en lugar de amparar al menesteroso. El leviatán del título, ese monstruo marino todopoderoso que aparece en
la Biblia, se refiere más bien al de Thomas Hobbes, a ese tiránico estado absoluto,
a ese Dios demonio que devora a los hombres, más fácil cuanto más débiles. No
hay más que ver la situación actual por doquier, aquí mismo y allende. ¿Qué
está siendo del estado que protege a sus miembros, a todos, con independencia
de su condición, y más cuanto más débiles?
Ahora algo de sabiduría
ajena, que tal vez nos dé el conocimiento para navegar por nosotros mismos a
lomos del monstruo:
- "Cuando dos hombres desean la misma
cosa que no pueden gozar juntos se convierten en enemigos". (Thomas Hobbes).
- "La base de todas las sociedades
grandes y duraderas ha consistido, no en la mutua voluntad que los hombres se
tenían, sino en el recíproco temor".
(Thomas Hobbes).
- "Una democracia no es en realidad más
que una aristocracia de oradores, interrumpida a veces por la monarquía temporal
de un orador". (Thomas Hobbes).
- "Tomás Hobbes fue materialista, pero
lejos de anular el derecho de los príncipes, le amplificaba sin límite alguno,
pretendiendo que le tenían para ser obedecidos en cuanto los inspirase su
capricho, sin respeto a ley o razón alguna. Esto era consiguiente a su
desatinado sistema de que no hay de hombres a hombres otro derecho alguno que
el que da la superioridad de la fuerza; y así, muy contra la máxima de suponer
tiranos a todos los legítimos príncipes, cualificaba legítimos príncipes a
todos los tiranos". (Benito
Jerónimo Feijoo).
Besos y abrazos,
Don.
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