martes, 24 de junio de 2014

Al fin y al cabo creo (en) matutinos cuentos

¡Buenos días!

Érase una vez un bonito y romántico idilio que mantenía cada mañana con mis hadas y ninfas en este entorno matutino, que no sé cómo terminará, pero por mi parte intentaré que sea de modo feliz, sin comerme ninguna perdiz, que me parecen unos pájaros preciosos y no pienso alimentarme de ellos. Desde hace tres días ya estamos de verano de calendario, quien todavía no nos abrasa con sus tópicos cuentos de calor agobiante de más de 35ºC. Es más, hoy dejará caer tormentas y tal vez sus rayos y centellas, a modo de varita mágica, nos concedan algún deseo de un suave y dulce verano. Ya veremos, no seamos ingenuos. De momento, para hoy, máxima prevista de 25ºC ... deseo cumplido que espero no se nos esfume o evapore demasiado pronto a base de ardoroso calor aún por venir.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Un cuento francés" ("A bout du conte"), de Agnès Jaoui, y con ella misma, Jean-Pierre Bacri (ambos, además de cónyuges en la vida real, son los coguionistas), Agathe Bonitzer, y Arthur Dupont. Es el cuarto largo como directora de esta también actriz, guionista, y cantante, de quien había visto sus tres anteriores, siempre en comandita con su pareja: "Háblame de la lluvia" ("Parlez-moi de la pluie", 2008), "Como una imagen" ("Comme une image", 2004), y "Para todos los gustos" ("Le goût des autres", 2000).

Érase una vez una joven de 24 años que creía en encontrar el gran amor de su vida, y que descubriría a su príncipe azul en las señales del destino; y un joven que creía en su talento como compositor pero que no creía mucho en sí mismo; y un hombre que no creía en nada hasta el día en que una vidente le vaticinó la fecha de su muerte y entonces, a su pesar, se puso a creer en eso, más conforme se acercaba el día; y varios otros más con sus particulares creencias, interactuando entre todos ellos.

Una buena película, a pesar de algunas irregularidades, pues me pareció a ratos algo liosa, aunque tuvo muchos momentos de humor que me hicieron reír a conciencia, pues ponían de relieve los absurdos de nuestras existencias, especialmente enfocados hacia el amor y nuestras creencias (mitificadas o descreídas, sobre el amor o todo lo demás), absurdas, pero necesarias a modo de autoengaños para mejor pasar el trago de nuestros eventuales sinsabores vitales. De cuando en cuando, casi como quien no quiere la cosa, se ven pinceladas imbricadas de populares y muy clásicos cuentos de hadas (Cenicienta, Blancanieves, La bella durmiente, Caperucita roja, etc.), como si esas situaciones las vivieran los protagonistas como parte de sus, a veces, atribuladas vidas.

Y colorín colorado, a la sección de sabiduría ajena hemos llegado:

 - "La vida es un cuento narrado por un idiota, lleno de sonido y furia que nada significa".  (William Shakespeare).

 - "La fe puede ser sucintamente definida como una creencia ilógica en que lo improbable sucederá".  (Henry-Louis Mencken).

 - "El amor es como los columpios, casi siempre empieza siendo diversión y casi siempre termina dándonos náuseas".  (Enrique Jardiel Poncela).

 - "Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso".  (Jorge Luis Borges).

 - "Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos".  (Eduardo Galeano).

Besos y abrazos,

Don.
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