¡Buenos días!
No es que haya estado lloviendo desmesuradamente estos pasados días, aunque todavía se lo siguen trabajando las nubes en esta jornada por los madriles, pero son tan expresivos estos días en sí mismos, no tanto por la gris tristeza que a algunos pueda sobrevenirles, como por la difusa y serena belleza que me transmite su contemplación, mejor tras unos cristales goteados, o no, mejor a pelo, a pelo empapado, que no me queda otra que extasiarme disfrutándolo. La máxima prevista para hoy será de 8ºC. Y estoy tan absorto en la contemplación de la destilación acuosa que poco tiempo me quedará para que se me desmande la duración y tamaño de este matutino, al que sin embargo intentare pulirle deshilachados flecos que pudieran salirle a causa de mi algo desaliñada escritura para tratar de que me quede más resultón.
Este fin de semana estuve en el cine viendo "The brutalist" (2024), de Brady Corbet, y con Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Stacy Martin, Emma Laird, Isaach de Bankolé, y Alessandro Nivola. Es la primera película que veo como director de este también actor y guionista.
Tras el fin de la II Guerra Mundial y tras haber sobrevivido a un campo de concentración nazi, un arquitecto húngaro, judío, llega a Estados Unidos para reiniciar su vida en un país desconocido para él, en un principio ayudado por un primo suyo, que le acoge provisionalmente, y con la esperanza de poder reunirse con su esposa y sobrina adoptiva, todavía retenidas en Europa. Tras una serie de duros y precarios trabajos es contratado por un multimillonario, fascinado por su anterior obra arquitectónica en Europa, para que diseñe y construya un faraónico centro cultural y religioso en su pequeña ciudad.
Muy buena película (nota: 7), sin alharacas, al menos tantas como me han llegado de su publicidad. No me pesaron sus algo más de tres horas y media de su metraje, casi cuatro con el intermedio de cuarto de hora y los anuncios previos, que vi con interés y sin aburrimiento, y eso que soy muy poco amigo de epopeyas, aunque es posible que tal vez por eso mismo lo narrado no me haya llegado tanto como a otros. Desde luego, es hermosa e imponente visualmente, apabullante incluso, y su a veces extraña belleza me atrajo, así como su modo de narrar. Crítica sin contemplaciones sobre diversos aspectos sociales, tales como la xenofobia, la minusvaloración de los inmigrantes y, sobre todo, del lado oscuro del sueño americano, pesadilla generalmente, que suele ser dado por culo por el abusón capitalismo a ultranza, que más que invertir en hacer mejor la vida de su gente se invierte a sí mismo, se pervierte. Historia pasada, pero de plena actualidad.
Bueno, pues ahí os dejo estas citas de sabiduría ajena, tal cual, que ellas solas se expresan por sí mismas:
- "El cemento armado es una musa honesta y útil, y quizá en manos de un arquitecto genial sería admirable; pero cuando se desmanda y se siente atrevida, como una cocinera lanzada a cupletista, hace tales horrores, que habría que sujetarla y llevarla a la cárcel". (Pío Baroja).
- "La arquitectura debe hablar de su tiempo y su lugar, y además, anhelar la eternidad". (Frank Gehry).
- "Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, aunque el hilo de su discurso sea secreto, sus reglas absurdas, sus perspectivas engañosas, y toda cosa esconda otra". (Italo Calvino).
- "Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos". (Henry David Thoreau).
Besos y abrazos,
Don.
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