¡Buenos días!
No me voy a andar por las
ramas, la sugerente atracción que siento por estos matutinos y que hace que
casi siempre me arrime a ellos, y a toda su familia de hadas y ninfas, sin
saber muy bien por qué, o sí, ha vuelto esta mañana a hechizarme de nuevo,
aprovechando las oníricas nebulosas, plenas de legañas, en que todavía me
encontraba cuando empezó a tirar inapreciablemente de mí. Los rigores
veraniegos, no excesivamente fuertes, sin embargo, siguen atraídos por los
madriles y aquí siguen (máxima prevista para hoy de 35ºC).
Ayer por la tarde estuve en
el cine viendo "El árbol magnético", de Isabel
Ayguavives, y con Andrés Gertrudix y Manuela Martelli. Es el debut en el largo
de esta directora española.
Un joven regresa a Chile por
unos días, tras muchos años fuera, pues sus padres emigraron cuando él era niño,
para ver a su familia (tíos y primos), que se reúne en la vieja casa de campo
familiar en que todos pasaban sus veranos, y que va a ser puesta en venta. Por
allí cerca hay un árbol que dicen que es magnético, pues atrae coches. Durante
su estancia, se despertarán en él melancólicos recuerdos casi olvidados, así
como también ciertos afectos por él en una ensimismada joven criada por unos
tíos suyos, aunque no es su prima.
Una muy buena película, con
la que al principio no enganchaba, pero que luego me atrapó, de atmósfera
nostálgica y ensimismada, especialmente la respiran sus dos personajes
principales, y pleno de sutileza, intimidad y natural cotidianidad familiar,
que sucede plácidamente ante nosotros durante el fin de semana veraniego en que
se juntan. Casi da la sensación de que formas parte de esa reunión; reuniones
familiares en las que se rememora el pasado, sus raíces, pero también se deja
entrever que hay que seguir adelante y dar por terminadas etapas, mirando cual
rama al cielo. El árbol, amén de aparecer dos veces en el film, podría ser la
encarnación de la familia y sus invisibles lazos que tiran de nosotros sin
saber muy bien por qué, o la de personas concretas que nos atraen
especialmente, muy especialmente.
Ahora algo de sabiduría
ajena, que seguro nos atrae o empuja a ser mejores:
- "La esperanza es un árbol en flor que
se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones". (Severo Catalina).
- "Deberíamos vivir tantas veces como los
árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a
empezar". (José Luis Sampedro).
- "Las caricias son tan necesarias para
la vida de los sentimientos como las hojas para los árboles. Sin ellas, el amor
muere por la raíz". (Nathaniel
Hawthorne).
- "La belleza que atrae rara vez coincide
con la belleza que enamora". (José
Ortega y Gasset).
Besos y abrazos,
Don.
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