jueves, 6 de febrero de 2014

Llevo a mis venus matutinas a flor de piel

¡Buenos días!

Es patente que mis adoradas y adorables hadas y ninfas, a las que tanto amo, son idolatradas por mí nada más entrar en este divino mundo matutino, en el que la sensualidad campa a sus anchas, y donde me rindo a sus encantos. Desde luego, en estos días de invierno, mis venas no están precisamente a flor de piel, sino lo más profundamente escondidas que es posible entre mi carne, para tratar de minimizar la pérdida de calor, aunque hoy precisamente no sea un día especialmente frío, en el que haga falta arroparse entre sedosas pieles, pero yo lo intentaré a la menor ocasión, con tal de no perderme sus suaves caricias.

Antes de ayer por la tarde estuve en el cine viendo una película que os recomiendo desde ya que vayáis a ver. Se trató de "La venus de las pieles" ("La Vénus à la fourrure"), de Roman Polanski, y con Emmanuelle Seigner y Mathieu Amalric. Está basada en la novela homónima, escrita a fines del s.XIX por Leopold von Sacher-Masoch (de su apellido proviene la palabra "masoquismo"). De este director he visto buena parte de su larga filmografía, y en concreto todos los de este siglo: "Un dios salvaje" ("Carnage", 2011), "El escritor" ("The ghost writer", 2010), "Oliver Twist" (2005), y "El pianista" ("The pianist", 2002).

Tras un muy duro día de audiciones en un teatro, el director y autor de la obra, basada en la novela amoroso-erótica "La venus de las pieles", se lamenta del bajísimo nivel de las candidatas para el papel femenino principal. Cuando está recogiendo para irse se presenta repentinamente, fuera de horario, una candidata más, todo un torbellino de mujer, muy descarada, inculta y de maneras vulgares, todo lo que odia el director. Tras sucesivas súplicas logra que le dé una oportunidad, y nada más empezar se transforma en un prodigio de exquisitez interpretativa y sensualidad, dejándole absolutamente fascinado. La prueba se va alargando, mientras la química entre ellos es total, entremezclándose la representación teatral con su relación profesional, y con sus propias vidas y sentimientos, sin límites muy definidos.

Como antes dije, os recomiendo desde ya esta espléndida película de maneras teatrales, una historia con muchas capas, como si de muñecas rusas se tratara, pero capas entremezcladas de realidad y ficción, sobre el masoquista sufrimiento que nos implica amar, desde un punto de vista irónico y satírico, y que también habla del juego de la seducción, con sus pulsiones de deseo, fantasías no realizadas, sentimientos de culpa, posesión, sumisión, todo con un deje de humor  cáustico. Además se ponen en solfa los roles de dominante y dominado en las relaciones amorosas, siempre ambiguos porque en realidad no se sabe quien domina a quien, con independencia de lo que creamos, y siempre en trance de voltearse en cualquier momento. Además los extiende a las relaciones profesionales (director-actriz) y casi se podría a cualquier otra esfera de nuestras vidas. En definitiva, inteligente y compleja reflexión, con multitud de facetas y aristas, que os recomiendo otra vez que véais.

Ahora algo de sabiduría ajena, que seguro nos aporta buenos recursos a la hora de enfrentarnos en el juego del amor:

 - "Seducimos valiéndonos de mentiras y pretendemos ser amados por nosotros mismos".  (Paul Géraldy).

 - "El hombre no consigue el corazón de la mujer por sus propios sacrificios, sino por los que ella misma le ofrece".  (M. Barrière).

 - "Es evidente que la mayoría de los hombres y de las mujeres aplastarían, arrastrarían y despedazarían, si pudieran, a su rival. Casi todos tenemos un fondo de saña, de egoísmo, de venganza más o menos oculto, más o menos controlado".  (Pío Baroja).

 - "Tenía oído que algunos decían que el amor era todo regocijo, alegría y contento, mas, aquella noche, sentada en la playa, hubiera querido yo tener ante mí a aquellos sabios parlanchines para hacerles sentir con el filo de mi espada el regocijo, la alegría y el contento que ocasionaba el terrible dolor del amor. Era peor que una enfermedad, me decía atormentada, peor que una llaga corrompida. Era como beber ponzoña y tragar agujas. ¡Y todo por aquel rufián maleador cuyos rubios cabellos sólo podían tener competencia con los del sol!".  (Matilde Asensi).

 - "El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma".  (Arthur Miller).

Besos y abrazos,

Don.
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