¡Buenos días!
Ya estoy aquí de nuevo con
otro de estos valiosísimos matutinos para mí, y espero que para alguien más,
toda una mina de oro, nada que ver con la calderilla, como también lo son esas
etéreas e irreales minas que son mis hadas y ninfas que por aquí pululan en
torno a mis neuronas, a las que jamás exploto pues se me escurrirían como agua
entre los dedos en medio del desierto. Quedan pocos días ya para que la
primavera, al menos la de calendario, reviente y nos preñe de renovados anhelos
vitales, y de ansias de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, aunque no
por ello de poco valor, mucho más si las apreciamos en su conjunto.
Antes de ayer por la tarde
estuve en el cine viendo "La mujer del chatarrero"
("Epizoda u zivotu beraca zeljeza"), cuyo título original en bosnio
significa "Un episodio en la vida de un chatarrero", de Danis
Tanovic, y con Nazif Mujic y Senada Alimanovic. De este director había visto
hasta ahora dos de sus anteriores largos, su debut con "En tierra de nadie"
("Ničija zemlja", 2001),
que ganó el Óscar de ese año a mejor película de habla no inglesa, y
"Cirkus Columbia" (2010).
Una familia gitana
(matrimonio con dos niñas pequeñas) malvive con la venta de chatarra. La mujer
está embarazada y como no tienen seguro de salud, no va al médico, pero un día
empieza a sangrar y sufrir fuertes dolores y va al hospital, donde le dicen que
necesita urgentemente una intervención quirúrgica so pena de morir si no, pues
el feto ha fallecido en su interior. Como no tienen los 500 euros (al cambio)
que cuesta, toda una fortuna para ellos, vuelven resignados a casa. Pero por
consejos de amigos iniciarán un peregrinaje para tratar de encontrar una
solución.
Una buena película, austera,
interpretada por los propios protagonistas de la historia, que el director leyó
en un periódico y que le dejó atónito. A medio camino de la ficción y del
documental, un docudrama en definitiva, sobre la tremebunda odisea de esta
familia, que es también una dura denuncia de las desigualdades sociales y de la
carencia de una sanidad universal, tan necesaria, imprescindible para los más
desfavorecidos socialmente.
Y como esta película era más
bien cortita (menos de hora y media), nos pusieron de aperitivo el corto
documental que hace pocos días ganó el Goya de esa categoría, "Minerita",
de Raúl de la Fuente. Un buen documental con un formato poco convencional, a
pesar de que mantiene el canon de las entrevistas a las protagonistas. En el
Cerro Rico de Potosí (Bolivia), territorio sin ley donde la violencia campa a
sus anchas, los mineros se juegan la vida en galerías destartaladas extrayendo
plata y cinc. Los que salen con vida, se creen con derecho a todo, y cazan a
las mujeres que se encuentran por allí, asaltando incluso sus casas si intuyen
que están solas. Se nos cuenta la historia de tres mujeres, una de unos 40 años
y dos adolescentes de unos 17, una de las cuales también trabaja como minera, y
las otras dos como serenas, tratando de sobrevivir en el infierno en que se
encuentran, y teniendo como únicas armas tanto su coraje como la dinamita (sean
ambos para las tareas mineras, sean para quitarse de encima a los que tratan de
violarlas).
Ahora algo de sabiduría
ajena, preciada mena que he ido entresacando de entre montañas de ganga de
chatarra:
- "Al miserable y al pobre, todo les
cuesta doble". (refrán).
- "El infortunio es necesario también
para descubrir ciertas minas misteriosas ocultas en la inteligencia
humana". (Alejandro Dumas).
- "Así como la desgracia hace discurrir
más, la felicidad quita todo deseo de análisis; por eso es doblemente
deseable". (Pío Baroja).
Besos y abrazos,
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