martes, 17 de julio de 2012

Matutino al dictado

¡Buenos días!

Como cada mañana, mis tiránicas neuronas me dictan estos matutinos en su libre albedrío, que yo, fiel y sumiso, tecleo sin rechistar ni plantearme la más leve insubordinación. El caso, bien pensado, es que ellas también andan sometidas por las insinuantes hadas y ninfas que les sugieren, con dulce y aceptado despotismo, las más variopintas ideas. Por lo demás, el yugo de este sofocante verano cada vez aprieta con más fuerza, sofocando cualquier intento de sublevación a base de agotamiento térmico, enjugando hasta el último de nuestros humores a base de tórrido sol y temperaturas cada vez más rayanas con los 40ºC ... ¡ja, ja, ja, eso se cree él! ...

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "El dictador" ("The dictator"), de Larry Charles y con Sacha Baron Cohen. De este cómico ya había visto uno de sus tres anteriores largos, amén de otros en los que salía de secundario. Se trató de "Borat" (2006), también dirigida por Larry Charles.

Un dictador de un país norteafricano rico en petróleo oprime a su pueblo con "tiránico cariño", para evitar que la nefasta democracia jamás llegue a su país; cuyos destinos lleva rigiendo desde que su tiránico padre murió "por accidente". Para evitar una intervención extranjera occidental que saqueará su petróleo, y aconsejado por su sibilino tío, se ve obligado a acudir a Nueva York para dar un discurso en la ONU. Tras un intento por asesinarle allí, que fracasa, se verá solo y en paños menores en esa inmensa ciudad, en la que todo el mundo le odia, tratando de recuperar su poder.

Esta comedia paródica sobre política, irreverente y con unas cuantas frases políticamente incorrectas, bebe de las fuentes, aunque no tiene mucho en común, de un mítico film clásico, "El gran dictador" ("The great dictator", 1940) de Charles Chaplin. También tiene tangenciales detalles en común con la desternillante, descacharrante y recomendabilísima "Four lions" (2010) de Chris Morris.

Tiene algunos momentos realmente buenos y divertidos, como ese discurso final en el que el dictador parece criticar las dictaduras pero lo que en realidad está criticando son estas democracias nuestras (a través de ciertos paralelismos), cada vez menos auténticas y con cierta tendencia de sus líderes a padecer algunas veleidades absolutistas. Habría que reformar las democracias, que parecen haber perdido sus esencias germinales de la Grecia clásica. Sin embargo, se pierde en humor de brocha gorda, escatológico y soez a ratos, que un punto más afinado y con mayores dosis de ironía hubiera dado una genial película.

Ahora os dicto algo de sabiduría ajena para tratar de minimizar la influencia de los dictados ajenos (¡una buena paradoja!):

 - "En saber sugerir consiste la gran fineza pedagógica".  (Amiel).

 - "Todas las leyes que se dictan tienen por base la desconfianza; ninguna descansa en la virtud de los ciudadanos".  (Édouard René Lefebvre de Laboulaye).

 - "Los dictadores pueden reformar las leyes; pero no las costumbres".  (Jacinto Benavente).

 - "La dictadura es el sistema de gobierno en el que lo que no está permitido es obligatorio".  (Enrique Jardiel Poncela).

 - "Cuando la gente no tiene otro tirano se crea uno con la opinión pública".  (George Bulwer Lytton).

 - "El instinto dicta el deber y la inteligencia da pretextos para eludirlo".  (Marcel Proust).

 - "Todo hombre lleva en sí un dictador y un anarquista".  (Paul Valéry).

Besos y abrazos,

Don.
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