viernes, 6 de febrero de 2009

Matutino contenido y continente

¡Buenos días!

Esta mañana ha estado nevando a la vera del Arlanzón copiosamente, sin la más mínima contención, y nos ha aflorado ante los ojos todo un nuevo mundo, todo un continente, distinto al anterior, mundo del que los frioleros se esconden y no aprecian, pero que es una maravilla de albura ... hasta que es hollada por nuestros sucios pies y se convierte en una especie de negruzco chapapote. En fin, así es la vida, con su cara amable y hermosa y también la fea y desagradable ... que como decía Ortega y Gasset: "nada es verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira.

Bueno, si queremos un matutino contenido (al menos en el espacio), pasemos rápidamente a glosar el film que vi ayer. Era de los que se programan en el Aula de Cine de la Universidad de Burgos, esta vez dentro de un ciclo de cuatro películas dedicado a Michael Haneke. Se trató de su primer largometraje, "El séptimo continente" ("Siebente kontinent"), de 1989, de Michael Haneke, y con Birgit Doll y Dieter Berner. De este director había visto tres de sus anteriores films: "La pianista" (2001), "El tiempo del lobo" (2003) ... ¡magistral!, y "Caché" (2005). Podéis ver los matutinos de estas tres pinchando aquí. Además, en el ciclo echarán una que quiero ver "Funny games", pero el auto-remake que hizo el propio director con actores de Hollywood (el original es de 1997 y el auto-remake de 2007). Todas sus películas son bastante difíciles e incómodas de ver, de principio a fin, pues muestran el lado más negro de la sociedad del bienestar y del alma humana sin dar casi la más leve concesión a su reverso bueno.

La que vi ayer, sin embargo, comenzó de un modo radicalmente distinto, aunque el tercio final giró hacia las más genuinas señas de identidad de este director. Nos muestra los más nimios detalles de la rutinaria cotidianidad de una familia media (matrimonio con hija pequeña) de este primer mundo occidental, casi como en un documental de fauna humana, recreándose en lo más trivial, descritos a través de pequeñísimos retales de su vida, de una manera fría y aséptica. La evolución de la historia se nos manifiesta a través de tres cartas que escriben a los padres de él, las dos primeras escritas por la nuera y la tercera y definitiva por el hijo. Pero el último tercio, el marcado por la última carta, se da poco a poco un giro radical y vemos a la familia sumergirse en un delirante proceso de autodestrucción, en un absurdo disparate (desde nuestro punto de vista), abrumada por el insoportable peso de su vida anodina y escasa de sentimientos.

Y ésta es una de las auténticas características de su cine: los incomprensibles actos de violencia que los humanos desatamos, incluso contra nosotros mismos (autodestrucción), sin la más leve explicación aparente, y que nos desconciertan, pero que no por ello dejan de existir. Sus historias están sacadas de las páginas de sucesos de los periódicos (en concreto, la de "Funny games", de aquel asesinato de los jugadores de rol acaecido en España hace unos años). Pero como buen filósofo que es este Haneke, no se centra en la truculencia, sino que es un medio para que reflexionemos sobre la verdadera condición humana, esa que tratamos de ocultar, por lo sórdida, debajo de la alfombra, pero que ahí está, palpitando y aflorando a la menor oportunidad.

Ahora un poquito de sabiduría ajena para tratar de dar más contenido a este continente matutino:

- ¿Qué voluntad debe tener quien quiere hacerse filósofo? Debe animarle la doble voluntad de encontrar la verdad y de no reposar en ella". (Eugenio D'Ors).

- "Debemos preocuparnos más en agregar vida a los años que años a la vida". (Víctor Hugo).

- "Las diminutas cadenas de los hábitos son generalmente demasiado delgadas para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes para romperlas". (Samuel Johnson).

- "Cuando ya no se tienen esperanzas, es cuando no hay que desesperar de nada". (Séneca).

- "Todo el mundo aspira a la vida dichosa, pero nadie sabe en qué consiste". (Séneca).

Besos y abrazos,

Don.
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