viernes, 8 de octubre de 2010

Mis buenos hijos matutinos

¡Buenos días!

Estas criaturas que doy a luz casi cada mañana me colman de bondades y los quiero sin mesura. Ellos, en justa compensación, sé que me quieren, como la madre y el padre que soy para ellos, a los que aporto todo lo que creo necesitan, para que no sientan la más leve ausencia por mi parte.

La mañana meteorológica sigue en su tendencia de seguir pariendo nubes sin cuartel, que más tarde o más temprano terminarán de sacar de sus entrañas ingentes cantidades de agua de las que no se preocuparán y dejarán madurar a su libre albedrío, fertilizando todo lo que toquen. Sin embargo, esta dulce y gris mañana no se olvida de darnos calor maternal a base de suaves temperaturas de otoño.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Abel", de Diego Luna, y con Christopher Ruiz Esparza, Karina Gidi, y José María Yazpik. El hijo mediano de 9 años de una familia de tres hijos en la que el padre abandonó el hogar se encuentra en un psiquiátrico debido a su extraña conducta y negativa a hablar. Su madre convence al médico, convencida de que le ayudará a mejorar a su hijo, de que le deje volver a casa por una temporada. Se produce un cambio radical pues vuelve a hablar y empieza a actuar como si fuera el padre. La madre le deja ... hasta que un día vuelve de repente el padre ausente ... y todo empeora.

Esta especie de fábula tragicómica en la que el niño, ante la carencia, física y anímica, de un padre, decide dar a su familia lo que no tiene, tratando a su madre como a su esposa y a sus hermanos como si fuesen sus hijos, en un proceso instantáneo de maduración emocional, no acabó de convencerme del todo, con delirantes momentos que me hicieron reir y otros en los que me quedé algo frío. Esta historia gira en torno a la ausencia de los padres, y de la necesidad de ellos, física y emocional, que tienen los hijos para madurar adecuadamente, con ritmo el ritmo apropiado, ni acelerando la madurez, ni congelando infancias más allá de lo razonable.

Ahora algo de sabiduría ajena, en cierto modo buenos hijos intelectuales de otros, que nos ayude a madurar en sus justos términos:

- "Grande es siempre el amor maternal, pero toca en lo sublime cuando se mezcla con la admiración por el hijo amado". (Ángel Ganivet).

- "La madre es nuestra providencia sobre la tierra en los primeros años de vida, nuestro apoyo más firme en los años siguientes de la niñez, nuestra amiga más tierna y más leal en los años borrascosos de la juventud". (Severo Catalina).

- "Los hijos son educados como si debiesen ser hijos toda la vida, sin que se piense en absoluto que se convertirán en padres". (August Strindberg).

- "Un buen padre vale por cien maestros" (Jean Jacques Rousseau).

- "Sabes que has tenido un padre... ¡Que tu hijo pueda reconocer también lo mismo!". (William Shakespeare).

Besos y abrazos,

Don.
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