jueves, 29 de agosto de 2013

Creencia en este paraíso matutino

¡Buenos días!

Estoy en el absoluto convencimiento de que estos matutinos me reportan tanto bienestar que son una de las mejores curas que me puedo administrar. No sé si al resto de corderos que vienen a pastar por sus prados, ahora agostados por el calor veraniego de agosto, les hará algo de bien, aunque eso supongo. Desde luego no trato de pontificar ni imponer mi ideario, que cada cual es libre de tomar lo que mejor le plazca, a su libre albedrío.

Por lo demás, creo que hoy volverá a haber tormentas, porque lo barrunto y porque así lo creen también los meteorólogos, a quienes creo, según sus modelos matemáticos de predicción, muy fiables por lo que me consta (lo opuesto a la entelequia de la mayoría de creencias), lo que no quita para que de vez en cuando fallen y nos decepcionen, que la perfección está en el paraíso, luego ambos no existen sino en nuestra imaginación, que la imperfecta realidad es otra ... y a la vez la misma, porque la ilusión no es sino otra forma de realidad creada por cada uno de nosotros.

Ayer por la tarde estuve en el cine viendo "Paraíso: Fe" ("Paradies: Glaube"), de Ulrich Seidl, y con Maria Hofstatter y Nabil Saleh. Es la segunda parte de una trilogía cuyo primer episodio ya os glosé ayer, "Paraíso: Amor" ("Paradies: Liebe"). La tercera, supongo que la semana que viene.

Una enfermera, hermana de la protagonista de la primera entrega de la trilogía (quien buscaba su paraíso en el terrenal amor carnal), busca el suyo propio en el amor místico hacia Jesucristo y María. Es una ultracatólica que se flagela y sufre el cilicio para reprimir y abortar cualquier deseo carnal. En su mes de vacaciones se dedica a recorrer los domicilios vieneses, especialmente de inmigrantes, con una gran imagen de la Virgen María a cuestas, para hacer proselitismo religioso casa por casa. De repente, tras dos años de ausencia, aparece en el hogar su marido musulmán, que está parapléjico, reclamando que le cuide. A partir de ese momento, la vida de nuestra protagonista dará un vuelco y sus constantes plegarias convivirán con el rencor hacia su marido, lo que hace tambalear su fe, excesivamente integrista.

Como en la primera parte, en esta segunda se nos muestran las vanas ilusiones y decepciones amorosas de nuestra fanática beatona de reprimida sexualidad, en este caso por su amor a Jesús. Vive en una perpetua alienación, provocada por una religiosidad desmedida que le hace ver (y sentir) la realidad distorsionada. Como en la anterior, áspera austeridad en el film, con unas gotas de humor y otras notas escabrosas más, y no sólo de descarnada desnudez. Me gustó más la primera parte.

Ahora algo de sabiduría ajena, la creación de otras mentes que creo nos sentará muy bien a nuestro intelecto:

- "Entre la fe y la incredulidad, un soplo. Entre la certeza y la duda, un soplo. Alégrate en este soplo presente donde vives, pues la vida misma está en el soplo que pasa".  (Omar Khayyam).

- "Con cojo, a fe, no me burlaré".  (refrán).

- "El amor y la fe, en las obras se han de ver".  (refrán).

- "Vuelve la espalda a los que halagan tu vanidad, especulan con tu buena fe y te condenan a ser siempre rebaño, sin decírtelo, para ser ellos pastores".  (Constancio C. Vigil).

- "Aunque tu enemigo sea el ser más ruin, mezquino y miserable de la tierra, ¿serías tú acaso mejor por eso? Deja a tu enemigo que sea como fuere y procura mejorarte tú, pues no has venido a perfeccionar a tu enemigo, sino a ti mismo".  (Amado Nervo).

Besos y abrazos,

Don.
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