¡Buenos días!
Parecen ya no estar tan apegadas entre sí las nubes grises que durante tantas semanas nos han estado, más que arropando, empapando hasta el ahogo, cual cansinos padres con sus paternalistas peroratas, y quiere volver a asomar el sol, que con sus necesarias caricias nos reconfortará mejor en estos momentos... en los que vuelvo con otro de mis matutinos, de los que jamás me desentiendo, cuidando de ellos con mimo, y viceversa. Por cierto, que no me olvido de mis tareas meteorológicas matutinas, la máxima prevista para hoy por los madriles será de 14ºC, con alguna que otra, o ninguna, llovizna residual.
Este fin de semana estuve en el cine viendo "Los aitas" (2025), de Borja Cobeaga, y con Quim Gutiérrez, Juan Diego Botto, Iñaki Ardanaz, Mikel Losada, Laura Weissmahr, y Ramón Barea. Quinta película de su director, de quien había visto las cuatro anteriores que ha dirigido, "Fe de etarras" (2017), "Negociador" (2014), "No controles" (2010), y la muy divertida "Pagafantas" (2009). Además, es el coguionista del megataquillazo "Ocho apellidos vascos" (2014) y de su secuela "Ocho apellidos catalanes" (2015), ambas dirigidas por Emilio Martínez Lázaro. Y en televisión, en ambas facetas, director y guionista (o creador), he visto su serie "No me gusta conducir" (2022), así como míticos programas de humorísticos sketches, entre ellos, "Vaya semanita" (2003-2012, 2015, 2020, 2024) y "Splunge" (2005).
A finales del año 1989 en un barrio obrero de la periferia de Bilbao, las niñas de un equipo infantil de gimnasia rítmica venden entre familiares y amigos boletos para una rifa con el fin de sufragar el coste para poder acudir a una competición en Berlín. Mientras los padres (los aitas) se arrastran por la vida tras haber sido despedidos de sus trabajos por la reconversión industrial, las madres ayudan a sus niñas en todo lo que pueden y serán quienes las acompañen. Pero cuando a estas les surge un imprevisto que las imposibilita, deberán ser los padres, nada interesados en viajar con sus hijas ni en el deporte que practican, y casi ni en sus propias hijas, quienes deberán hacerlo (a regañadientes).
Buena película (nota: 6), simpática, divertida, que me hizo reír con sus patéticos personajes (los aitas), patosos en lo emotivo, a la par que entrañables, que hasta entonces no se han ocupado de sus hijas gran cosa, no como deberían, ni saben muy bien cómo hacerlo, cosas de su cortita inteligencia emocional, que irán alargando conforme van llegando al final de su trayecto, reaprendiendo. Amable tragicomedia, no exenta de socarrona crítica social de aquel entonces. También película de carretera en la que conforme avanza el camino los aitas irán descubriendo una nueva manera de comportarse, derribando muros, como paralelamente está sucediendo en su destino, Berlín. Los tiempos estaban cambiando en muchos aspectos... y siguen haciéndolo.
Llegó el momento de la sabiduría ajena, a la que estoy tan apegado, con estas citas cual paternales buenos consejos que espero sepamos aprovechar:
- "Tener hijos no lo convierte a uno en padre, de la misma manera que tener un piano no lo vuelve pianista". (Michael Levine).
- "El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día". (León Battista Alberti).
- "Creo que aquello en lo que nos convertimos depende de lo que nuestros padres nos enseñan en pequeños momentos, cuando no están intentando enseñarnos". (Umberto Eco).
- "El amor es para el niño como el sol para las flores; no le basta pan: necesita caricias para ser bueno y ser fuerte". (Concepción Arenal).
- "La ternura es la manera en la que el amor se expresa. Sin ternura el amor no se ve. La ternura son las caricias, la escucha, los pequeños gestos, las sonrisas, los besos, la espera, el respeto, la delicadeza". (Alfredo Sanzol).
Besos y abrazos,
Don.
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