¡Buenos días!
Día caluroso se prevé para hoy, con los 31ºC de máxima que se pronostican, con sol y alguna nube que poco tapará, así que será menester agenciarse una buena concha, con aislamiento térmico a ser posible, en la que poder acogerse para mejor sobrellevar estas crecientes temperaturas, que seguirán subiendo a lo largo de esta semana hasta casi la misma canícula que nos espera a la vuelta de unas semanas, si no antes. De paso, también me recojo en este matutino para tratar de librarme de alguno de los rigores que puedan darse a la intemperie, allende su mundo, perfecto refugio de mis entendederas.
Este pasado fin de semana estuve en el cine viendo "Los tortuga" (2024), de Belén Funes, y con Antonia Zegers, Elvira Lara, y Mamen Camacho. Es la segunda película (de largometraje) de su directora, tras "La hija de un ladrón" (2019).
Una joven de 18 años, que vive con su madre, taxista, de origen chileno, en un piso de alquiler en Barcelona, aunque pasa sus vacaciones de Navidad, o de verano, en casa de su tía en un pueblo de Jaén mientras su madre sigue trabajando. Ambas sobrellevan de maneras muy distintas el duelo por la muerte hace tiempo del padre y esposo, sin haberlo encajado todavía la madre, que se muestra algo distante y esquiva con los demás, acorazada en sí misma para protegerse del dolor, al que no deja salir ni quiere hablar de él. La joven, que heredó un pequeño campo de olivos de su padre, va a iniciar sus estudios universitarios. El futuro de ambas se tornará muy incierto ante la llegada de una carta de desahucio de la inmobiliaria que les tiene arrendado el piso.
Buena película (nota: 6) con la que me costó mucho conectar, básicamente porque no me acababa de gustar el modo en que me la estaban contando, me pareció muy morosa, pero a partir de su último tercio, a pequeñas ráfagas, lo fue consiguiendo, muy especialmente en su espléndida última escena, que me encantó por su sutileza que, no obstante, está también por toda la cinta. El tema central de este drama social y de relación madre-hija es el duelo, el diferente modo en que cada cual lo procesa en sus adentros. Pero también nos habla del problema de la vivienda, especialmente acusado entre las gentes que, como la familia monoparental protagonista, viven al filo de la precariedad económica o, desde luego, por debajo de ese umbral. También es un retrato muy naturalista de la realidad cotidiana, rural y urbana, con chispazos de realismo mágico y de poética melancolía entre tanta tristeza (con brotes de alegría vital).
Pasito a pasito, poco a poco, hemos llegado a la sabiduría ajena, con estas citas que tal vez nos arropen de los padecimientos de eventuales malestares:
- "Todos nos engañamos cuando conviene... Cuesta mucho aceptar las situaciones definitivas...". (Jean Cocteau).
- "¿La ilusión? Eso cuesta caro. A mí me costó vivir más de lo debido". (Juan Rulfo).
- "Yo necesito compañeros, pero compañeros vivos; no muertos y cadáveres que tenga que llevar a cuestas por donde vaya". (Friedrich Nietzsche).
Besos y abrazos,
Don.
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